CAPÍTULO 30

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Las manos tersas de la madre de Mean sostenían fuertemente las suyas, reteniéndolo aun cuando luchaba por no quedarse dormida, las pastillas después de la cena hicieron efecto a solo unos minutos después de habérselo dado. Su padre aun con los ojos rojos de tanto llorar, observaba la escena desde la silla al rincón de la habitación ¿Qué estaba pasando?, simplemente no lo comprendía.

- Puedes soltar su mano ahora –

Plan soltó las manos de la mujer y mirando a Mean con curiosidad y duda mencionó:

- ¿Por qué tu madre no los reconoce? ¿Por qué cree que soy su hijo? –

- Esta muy enferma –

Después de despedirse de su padre y desearle buenas noches, entraron en la habitación de Mean, se dieron un baño rápido y cuando se acostaron en la cama, Plan rodó sobre la cama, quedando frente a Mean siendo testigo de cómo sus ojos marrones brillaban con las lágrimas acumuladas, resistiéndose a llorar. Sus manos temblorosas se acercaron hasta tomar sus mejillas, sorprendiéndolo y haciendo que una lágrima rebelde recorriera por el borde extremo hasta llegar a sus labios. Se retorció en su lugar, mordiéndose el labio inferior, temblándole la barbilla y respirando aceleradamente, tratando de callar sus gemidos de dolor.

- Cariño, vamos no llores – mencionó Plan negando con la cabeza mientras la voz se le quebraba, rodeando a Mean en un abrazo y dejándolo romper en llanto mientras le daba consuelo.

El sonido de sus llantos, altos, desgarradores y llenos de desesperación, ocasionaron una pequeña grieta en su corazón. ¿Qué podía hacer? ¿debía doler tanto...? ¿cuánto estaba sufriendo ...? ¿cuánto tiempo lo había soportado?

- Ya no puede... ya no me reconoce ... ya no más – dijo Mean con desesperación, sus manos se apretaron en mi suéter –¿Qué debo hacer ...?, primero fue papá, ahora también yo...... ¿Por qué?

- Lo siento – lo siento mi amor – todo va estar bien, estoy seguro de que tu madre nunca deseó olvidarte... debe estar sufriendo mucho también.

- Ahora lo entiendo –ahora puedo comprender que es lo que siente mi padre cada vez que mi madre no puede recordarlo, debe dolerle mucho cuando le dice palabras hirientes, cuando lo lastima – solo fui egoísta, mientras me cegaba a no sentir los sentimientos de mi padre mientras mi madre aun pudiera recordarme, mientras lo hiciera ...yo...

- Esta bien, llora todo lo que quieras – repitió Plan, masajeando su espalda de arriba hacia abajo brindándole consuelo. Susurrando las mismas palabras una y otra vez.

Unas lágrimas se formaron en sus ojos, sentía el dolor del otro hombre y con mucho miedo en su corazón, con los recuerdos en mente, se entregó a las lágrimas que lucharon hasta por fin caer por sus ojos, compartiendo el instante, el momento junto a Mean.

La mañana siguiente cuando despertó, se encontró solo en la cama, el lado junto a él estaba frio como si su acompañante se hubiera ido desde hace mucho tiempo. Escuchó pequeños sonidos provenientes del otro lado de la puerta, miró la hora en el pequeño reloj en forma de balón de futbol, cayéndose de la cama ante la sorpresa. Exactamente las 11:25 am ¿Cuánto había dormido? – salió precipitadamente de la cama, entre tropiezos tomó sus vestimentas y procedió a vestirse.

- Buenos días – le dijo el hombre detrás del mostrador de la cocina, cortando unas zanahorias.

- Buenos días – respondió con mucha vergüenza, divisando el lugar, sin poder encontrar a Mean por ningún lado.

El padre de Mean al ser consciente de aquellos movimientos, mencionó que Mean no se encontraba en casa, pero que regresaría lo mas pronto posible. Lo invitó a sentarse en el comedor, ofreciéndole un gran plato de avena, cereales y pan tostado.

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