Hoy era jueves, pero desde aquel domingo las cosas fueron mucho más extrañas. ¿Más raro que ver a Adán Möon mirándome de ese modo, después de darle un guantazo, en lugar de cabrearse?
Créeme si te digo que sí, y lo vas a entender.
Después de pegarle el puñetazo delante de su familia, mi padrastro y, la familia Brook, pude escuchar a Jeremy gritarme mientras me marchaba en dirección al coche. Este hombre era más tonto que beber aceite, pensando que era zumo de piña. No sólo pensaba esto porque escuchó claramente que me vengué por lo del lago, sino porque estuvo todo el camino en el coche poniéndose en «modo padre», y más cuando entramos en casa.
Me sentí liberado por haberlo tumbado de un solo golpe, además de que le había dejado un buen moratón en el pómulo y, sobre todo, esa noche dormí plácidamente.
Hacía mucho tiempo que no tenía ninguna clase de pesadilla, ni siquiera una pequeña.
En la mañana del lunes salí a investigar sobre las tiendas de los alrededores, buscando material para ampliar lo que iba a ser mi nuevo taller de carpintería. Sonará ridículo, pero este lugar no tenía, ni siquiera, una triste ferretería. La gente seguía mirándome desde la distancia, algunos incluso huyendo de mi camino.
Lejos de parecerme triste, lo encontré demasiado exagerado.
Uno de los problemas —quitando la charla de Jeremy durante el coche— fue que cuando entré a una tienda que tenía un poco de todo, el dependiente me echó amablemente, diciendo que estaban haciendo inventario.
¿La realidad? Estaba leyendo el periódico mientras se tomaba su café.
Qué bien, ¿eh?
Ni comprar en una triste tienda podía, aunque no fue peor cuando entré en el ayuntamiento. En ese momento intentaba hacerme con algún mapa sencillo del pueblo y los alrededor, al menos para comprobar si había algo que pasé por alto. Una señora con un moño hecho con poco entusiasmo me observó unos segundos y, como si hubiera visto algo malo en mí me cerró la ventanilla en las narices.
¡En mi cara! Malditos bichos raros.
Y el segundo problema de ese día fue ver como el imbécil de Adán Möon me lanzó un tomate en la cara desde una motocicleta, siendo él el que hacía de paquete. No sólo me puso perdido, sino que me entró líquido en el ojo y me estuvo escociendo por un buen rato. Cada vez que lo veía sabía que habrían problemas, y si me hubiera importado todo una mierda habría hecho estallar la moto con una sola palabra.
Adiós Adán, un gilipollas que nadie echará de menos.
Pero no debía hacerlo. En este lugar tenía que ser lo más normal y simple posible, ya que tenía bastante con que la gente de este lugar me juzgaran sin siquiera conocerme. Eso me hizo hacerme una pregunta: ¿Por qué me miraban de ese modo, y con Jeremy las cosas parecían ser el efecto contrario?
Ese día comí solo y en la noche tuve una pelea con mi padrastro sobre lo que pasó el domingo. Tuve que armarme de paciencia para no estallar, porque no sólo estaba cabreado por el tomatazo sino por todo el general: el ayuntamiento, la tienda, el no encontrar nada para mejorar mi taller, el comportamiento de la gente... La lista cada día parecía aumentar considerablemente. Pero aguanté el tipo y me marché a la cama sin haber terminado de cenar siquiera.
El martes di por perdida la posibilidad de encontrar algo, porque pasé toda la mañana yendo de un lado a otro mientras veía lo de siempre. Al menos no me vi las caras con Adán, y eso ya hizo el día menos nuboso de lo que ya era en realidad. Aun así, lo peor de ese día fue que una madre le dijo a su hija que no me señalara, que le traería desgracia a su familia.
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𝕹𝚘 𝓢𝚘𝚢 𝓣𝚞𝚢𝚘
WerewolfPese a que Haim era un brujo con mucho potencial, eso no le hizo menos culpable del terrible accidente que le obligó a cambiar su vida por completo. Con su familia muerta, prácticamente fue empujado a trasladarse a Newburg con su padrastro para inte...