Capítulo 25. ¡¿𝚃𝚎 𝚑𝚊𝚜 𝚟𝚞𝚎𝚕𝚝𝚘 𝚕𝚘𝚌𝚘?!

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No sé en qué momento me acabé durmiendo, porque en realidad no tenía nada de sueño. ¿Sería este el efecto que pasaba, cuando terminabas de tener sexo? Sentir que todo tu cuerpo dejaba de tensarse, la mente se relajaba cada vez con más facilidad hasta dejar una nubosidad inconclusa, el cosquilleo en el estómago, el ardor ligero y apacible en el pecho... ¿Todo eso era posible? En mis anteriores relaciones no era de ese modo. Sí, bueno, sentía la placidez de lo que pasaba después mas no esta cabalgata de sensaciones extrañas.

Fuera como fuere, me había quedado fuera de juego y no podía hacer nada. Ni siquiera pude lavar la sábana manchada de fluidos y sangre, aunque agradecía haber embrujado el pomo. Tal fue el cansancio que abracé ese viernes, durmiendo durante toda la mañana sin que nada ni nadie me importase. Hasta que alguien llamó; Jeremy.

—¿Haim? —sonó su voz tras la puerta, posiblemente porque ya no quería arriesgarse a recibir más quemaduras en su mano.

Droserós [enfriar] —murmuré en medio de un bostezo que me hizo crujir la mandíbula— Pasa, Jeremy. 

Dudó unos segundos, pero terminó apoyando la mano en el picaporte hasta girarlo. Abrió la puerta y asomó la cabeza, observándome sin entrar del todo. 

—¿Sigues en la cama? —frunció el ceño extrañado—. ¿Estás enfermo? Mira que mañana es tu cumpleaños y...

—Estoy bien, no te alarmes. Además, sólo ha sido hoy, así que te pido que no armes un drama —le sonreí débilmente, a lo que él alzó la cejas incrédulo por mi gesto—. ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras con esa cara?

—Creo que alguien se ha despertado de muy buen humor... —murmuró, aguantando su risa—. Era para decirte que iba a marcharme a tomar algo con los Rook —ahí fue cuando fruncí el ceño al instante—. ¿Quieres venir?

—No —espeté, dándome la vuelta a la cama—. Esa mocosa no me cae bien y no tengo tiempo para jugar con crías.

—Adán también vendrá —dijo con un deje cantarín, provocándome un suave cosquilleó en el pecho—, con la chica esa que no recuerdo su nombre. Creo que es su novia.

Aquello me sentó del mismo modo que un martillazo en la boca, rompiéndome todos y cada uno de los huesos que la formaban, transformando el cosquilleo en una bola de púas que me hizo apretar los dientes. Tan fastidiosos como siempre, y encima no lo hacía queriendo. Eso era peor.

—Me da igual que vaya ese idiota —gruñí entre dientes, intentando sonar más molesto que dolido—. Por mí, como si se rompe una pierna y cae de morros contra el pico de la mesa.

—¡Haim! —exclamó mi padrastro—. ¿Es que sigues enfadado con él? 

—¡Sí! —dije en el mismo tono que él—. Y no hablaremos hasta que deje de ser tan imbécil.

Jeremy resolló junto a un chasquido que, muy probablemente, negaría con la cabeza pensando algo como «Espero que los solucionéis algún día» o «No está bien estar siempre tan enfadado». Pero yo no estaba enfadado realmente sino resentido con todo: Estas hormigas que aparecían recorriendo mi pecho cuando escuchaba el nombre de Adán, las mariposas que volitaban dentro de mi estómago cuando sus ojos conectaban con los míos, el morderme la lengua para no expresar todas mis emociones más suaves y dulces, la impaciencia que tenía para que solucionara el tema de Kali...

Y eso último me hizo preguntarme algo importante: Si finalmente rompía ese matrimonio apalabrado que amenazaba con acercarse, y yo quería ser un alma libre... ¿Qué ocurrirá con esto que sentía? 

La simple idea de verme atado a alguien me resultaba asfixiante como una jaula de humo, y dudaba mucho que Adán aceptara tener una relación abierta. ¿Quizás amigos con derechos? No, demasiado estúpido teniendo en cuenta el concepto de «unión» que tenía el rubio con esa cosa del «mate». Y en parte esto también me haría daño a mí. ¿O quizás mis sentimientos tomaban a Kali como una rival? ¿Sería un refractario sin ninguna buena razón para oponerme a ello? 

𝕹𝚘 𝓢𝚘𝚢 𝓣𝚞𝚢𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora