Fue una pésima idea lo que acababa de hacer. ¡La más estúpida que había hecho, sin contar la explosión de mi casa! Estuve cerca de prenderle fuego, calcinándolo vivo en medio del bosque. ¿Y qué he conseguido? Que esa cosa me mordiera en el brazo y en la pierna, partes que están sangrando, a la vez que me escondo.
Y, lo peor de todo, es que las heridas me arden como si me hubieran inyectado brasas ardiendo dentro de las mordeduras y arañazos.
Pero para entender esto, hay que empezar desde el principio.
Era sábado por la mañana cuando soñé que una criatura en vuelta en llamas me acorralaba, me mordía en el brazo y después me arañaba en la pierna. El fuego quemó rápidamente mi ropa y lo único que tuve como idea fue rodar por el suelo para apagarlas. Sin embargo, no sólo no se apagaron las llamas sino que terminé muriendo calcinado en el suelo de la cocina de la casa de mis padres.
Por fortuna no quemé mi pijama, pero mis alaridos al despertar provocaron que Jeremy saliera corriendo de la habitación y, por consecuente, llevara su mano al picaporte ardiendo. En cuanto escuché varios insulto pasando del gruñido a los gritos, tuve que gritarle que estaba bien, que era una estúpida pesadilla.
Tras enfriar el picaporte desde la cama, aproveché el tiempo estimado para desperezarme, salir de la cama y quitar la cortina. Otro día que no tenía al pesado de Adán en el árbol, sonriéndome con esa sonrisa de gilipollas que me revolvía el estómago. Ayer no apareció en todo el día y hoy, al parecer, tampoco lo hará.
Después de salir del baño ya duchado y vestido, bajé a desayunar con mi padrastro, quien se estaba untando crema en una quemadura de dos centímetro, ubicada en la palma. Intentaba mostrarse alegre, pero yo sabía que esa sonrisa era demasiado forzada para tomarla como real; sobre todo si, al tocar su piel, le daba un pequeño espasmo.
—Esa mierda no te ayudará —comenté mientras echaba el café en la taza que había dejado mi padrastro en la encimera.
—Es una pomada muy buena, Haim —defendió Jeremy con ese tono musical, o al menos lo intentó, porque volvía escucharle lanzar un quejido.
—A la próxima planta un aloe vera, o aplica miel —bebí del café, apoyándome en la superficie marmolea—. Es mejor, más barato y da buen resultado.
Pude ver que Jeremy se emocionó por haberme preocupado por él, pero me arrancó un chasquido de molestia. No sabía por qué me molestaba en ayudarle, si de todas formas no le soportaba. Ni su carácter, ni que se hubiera hecho cargo de mí pese a ser mayor de edad y, mucho menos esa manera tan paternal de tratarme. Me aborrecía.
—Gracias —sonrió levemente antes de marcharse por la puerta con todas sus cosas—, lo tendré en cuenta para la próxima vez —tras cerrar la puerta le escuché, por última vez, quejarse antes de alejarse de la entrada.
—Da gracias que aún no sepa potenciarlo en objetos aún —murmuré mientras volví a beber del café, mirando la puerta de madera con molestia—. O mejor, la próxima vez lo embadurnaré de una fina capa de lava.
Al terminarme el café y fregar lo sucio me metí en el garaje para seguir con lo que estaba haciendo: Un busto de madera que, aunque iba a tener un cuerpo delgado, terminé por hacerlo un poco ancho en la parte de los hombros y el pecho.
No estaba terminado, y en mi mente quise pensar que el subconsciente lo empujó a que creara una figura similar a Klaus o Adán, así cuando le golpeara con la espada podría llegar a desfogarme. Porque eso era lo que necesitaba, golpear aquella cosa hasta que me doliera las manos.
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𝕹𝚘 𝓢𝚘𝚢 𝓣𝚞𝚢𝚘
WerewolfPese a que Haim era un brujo con mucho potencial, eso no le hizo menos culpable del terrible accidente que le obligó a cambiar su vida por completo. Con su familia muerta, prácticamente fue empujado a trasladarse a Newburg con su padrastro para inte...