—¡Arg, esto se está complicando! —Elliot se rascó la cabeza varias veces, frustrado—. ¿Es que esos malditos lobos tienen qué estar siempre jodiéndolo todo?
—Eso mismo pensé yo cuando me la encontré ahí, mirándome desde la ventana —suspiré antes de llevarme la taza de café a los labios. Estaba más que claro que los días no iban a ser tan tranquilos—. Este plan va a ser difícil, Elliot, pero no voy a retirarme. Lo he decidido.
—Creo que estás loco y lo que hiciste fue una temeridad, pero al menos lo conseguiste —puso los ojos en blanco y agarró su vaso con zumo, dio un corto sorbo y lo dejó en la mesa que estábamos sentados—. Pero te recuerdo que estás jugando con lobos, no con conejos que habitan en tu bosque. Si quieren matarte, no van a dudarlo.
—Me arriesgaré a llevarme un par de perros por encima —apostillé con contundencia, porque ya sabía desde el principio que no iba a ser todo tan sencillo—. Elliot... Es necesario, necesito hacerlo para que las cosas no empeoren.
El pelinegro se llevó las manos a la nuca y estiró su cuello, gruñendo.
—Creo que ese lobo te ha cegado —concluyó antes de reparar en que no había probado aún su porción de tarta. Cortó un trozo con el tenedor, se lo llevó a la boca y esbozó una suave sonrisa—. Serías más feliz si encontraras otra cosa menos complicada... Como yo y esta tarta. ¿Quieres probar un poco?
—No —resoplé—. Y a mí nadie me ha cegado, es sólo que estoy harto de que todo lo que me interesa se vaya a la mierda o, de casualidad, aparezca alguien y me obligue a cambiar de camino —negué con la cabeza varias veces. Estaba hastiado. Todo este tiempo se pasó volando y a duras penas pude pegar ojo durante las noches, sobre todo cuando tenía que pensar y no depender de Elliot.
—Haim, me alegra que me hayas confesado que sientes cosas por Adán, pero... —rascó su cabeza, volviéndose a frustrar. Sabía perfectamente que él no veía bien que sintiera interés por el rubio, pero como éramos amigos me iba a apoyar hasta el final—. Pero tienes que saber que vas a tener muchas trabas.
—Tengo invitación, así que el paso más importante está hecho.
—Ese no es el problema, bobo —golpeó su frente con su dedo—. Tienes que pensar lo justo y necesario, no en exceso. Y esas ojeras me están diciendo que tengo razón.
—Sólo duermo un poco mal... —me excusé débilmente, mas no era creíble en realidad.
—Pues empieza a dormir bien, porque tenemos dos semanas para llevarlo todo a cabo —me señaló con el tenedor, amenazándome—. Y si no quieres que tu lobo piense que eres un zombie descerebrado comienza a allanar tu terreno —volvió a pinchar en su porción y, al probarlo de nuevo, exclamó algo que no entendí. Era otro idioma.
—Para ti es fácil, que no te interesa nadie... —farfullé un poco infantil y mordí mi magdalena sin muchas ganas, porque ya volvía a pensar en exceso.
—Si me enamoro será de una humana, no una loba —miró su móvil y, sin decirme absolutamente nada, se bebió el zumo al instante—. Vas a llegar tarde si seguimos a este ritmo —apremió, antes de meterse el trozo del dulce en la boca para ir a pagar. Hoy le tocaba a él.
Los días fueron difíciles, pesados y llenos de tentaciones de todos los estilos.
Desde que nos fuimos Jeremy y yo desde aquella casa, confrontando visualmente a Kali, supe que era momento de ponerse la armadura y empezar el juego. Sin embargo no todo iba a ser tan sencillo, y lo primero que tenía que comenzar a hacer era embrujar las ventanas para que Adán no se colara furtivamente.
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𝕹𝚘 𝓢𝚘𝚢 𝓣𝚞𝚢𝚘
LobisomemPese a que Haim era un brujo con mucho potencial, eso no le hizo menos culpable del terrible accidente que le obligó a cambiar su vida por completo. Con su familia muerta, prácticamente fue empujado a trasladarse a Newburg con su padrastro para inte...