𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥: 𝙽𝚞𝚗𝚌𝚊 𝚜𝚎𝚛í𝚊 𝚝𝚞𝚢𝚘.

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TRES AÑOS DESPUÉS


Hoy la temperatura en Taylorsville era de 11 °C, el cielo estaba parcialmente nublado y todo parecía demasiado normal. Pese a que fueran no más de las ocho de la mañana, ya tuve más que claro que el día hoy sería muy intenso; era momento de volver a plantarle cara al destino. Ya no pensaba huir por más tiempo, porque tres años fueron demasiado. Y pasaron muchas cosas de camino.


—Dios santo... ¡Adán, levántate! —le palmeé en su trasero desnudo, provocando que el rubio lanzara un gruñido amenazante—. ¡Eh, a mí no me gruñas, perro idiota! O la próxima vez que te toque a ti, te quemaré el escroto —sin esperar a que dijera nada, me marché a levantar las persianas, resoplando, hasta que finalmente escuché un grito súper exagerado por su parte—. Se nos hará jodidamente tarde —negué con la cabeza al ver que evitaba ponerse en pie.

—Mi amor, es muy pronto... —gruñó nuevamente, llevándose las manos a la cara—. ¿Por qué no vamos mañana? No saben que vamos a ir por sorpresa, así que mejor vamos otro día. 

—Adan Möon, levanta ese hermoso culo de la cama ahora mismo —ordené, encaminándome hasta él para depositarle un beso en el cuello—, y te recuerdo que es un viaje de seis horas, cuanto antes nos vayamos mejor.

—¿Tengo que hacer las maletas? —intentó agarrarme, mas yo le respondí con un divertido manotazo—. ¡Oye! ¡¿Cómo te atreves?! —exclamó con falsa indignación.

—Llevo en pie desde las seis de la mañana —agarré su mano para obligarlo a levantarse, porque siempre era la misma historia de siempre. Todas las mañanas, si caían en fin de semana, quería quedarse hasta tarde en la cama, y ya no podíamos permitirnos eso—. Están las maletas hechas, mientras tú roncabas como un cerdo.

—Lobo, mi amor. Lobo —corrigió, sonriéndome, y yo me reí un poco por el tono que usó.

—Pues como un lobo —reculé—. También he preparado el desayuno antes de subir, llamé ayer al Sr. Robinson para que nos avisara en caso de haber un problema, y me he asegurado que todo esté perfecto; aunque lo repasaré después otra vez por si acaso he dejado algo por alto —tiré de él para sacarlo de la cama y lo miré de arriba abajo. Siempre fue bello y esbelto; fuerte. Y... Bueno, ya comenzaba a notarse un poco algunas cosas que nunca parecían cambiar ahí abajo.

—¿Nos da tiempo a uno rápido? Prometo ser menos ruidoso y echarle más ganas que de costumbre —sonrió con picardía y yo fruncí el ceño como negativa.

—Cálmate eso en la ducha, límpiate bien, vístete y baja a desayunar —volví a tirar de él, pero en esta ocasión para que sus labios se unieran a los míos, durando un momento, antes de finalizarlo yo con una juguetona mordida para arrancarle un gemido—. Es una orden de tu mate y no es negociable.

—¡Jo, siempre tan rígido! ¡Déjame divertirme un poco! —farfulló, lamiéndose los labios—. Pero te haré caso, esta vez.

—Siempre me haces caso, porque sino sabes que te tocará juguetear a solas; pero hoy no te va a servir de nada ponerme esos ojitos —me reí, antes de empujarlo para que cayera en la cama. Después salí por la puerta, carcajeándome mientras escuchaba sus quejas.


Habían pasado muchas cosas en estos tres años. Algunas fueron un auténticos caos, otras cayeron por sorpresa y luego estaba el tiempo de paz. Este preciso instante, para ser más exactos, lo que nunca pensé que iba a ser posible. 

El día que la casa de Jeremy prendió en llamas, pensé que iba a morir. Sin embargo, y sin saber cómo pasó en su momento, Adán tiró la puerta abajo y me sacó alterado; no tenía ni idea de lo que tenía que hacer, e hizo una jugada arriesgada: En cuanto escuchó el tren a lo lejos (pasando cada dos días por ser festivo toda la semana), no vaciló y salió corriendo para saltar en uno de los vagones. Eso hizo que nos alejáramos de Newburg a toda velocidad; y pese a este salto de fe, a él sólo le importaba que yo no estuviera muerto.

𝕹𝚘 𝓢𝚘𝚢 𝓣𝚞𝚢𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora