CAPÍTULO SETENTA Y SIETE

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Rewrite The Stars. Anne-Marie and James Arthur.

Philip lleva meses planeándolo todo. Meses de nervios, preparativos y secretismo. Siempre ha sido un chico inquieto, preocupado por los detalles y el bienestar de todos a su alrededor. Pero el nivel al que ha llegado con esta empresa roza lo empalagoso. Cualquiera que no fuera Anne vomitaría solo con pensar la cantidad de pasteladas que ha desechado hasta dar con la definitiva. Lo que he tenido que soportar como su paladín no lo sabe nadie.

La llegada del circo a Sofía debía ser tranquila, sin levantar sospechas de todo lo que estaba a punto de acontecer. Por el contrario, mis primeros pasos en la ciudad son tambaleantes. No puedo evitar vigilar mis espaldas a cada minuto y no me atrevo a probar ni un mordisco de la exótica comida que ofrecen algunas mujeres que nos reciben en la estación.

―Sofía no está en su ruta ―me intenta calmar Aiden al veme volver la cabeza por quinta vez―. No vamos a encontrárnosla aquí.

―Se suponía que tampoco estaría en Europa y mira cómo estamos.

Le respondo así por puro cansancio. No he dormido bien desde que recibí la noticia de que Lilith había abandonado Nueva York hace más de una semana. Pese a que todas mis sospechas indicaban que nuestros caminos volverían a cruzarse, no había querido creérmelo hasta que Barnum recibió la carta de su esposa. Está claro que, por más que lo intente, no puedo huir de mi pasado. Me perseguirá y me perseguirá hasta hacerme pagar por todos mis pecados.

Aiden tiene razón, la ruta de Lilith es clara. Llegará ―si no lo ha hecho todavía― a Palermo y desde allí buscará un transporte hasta Grecia, la última parada del circo que ya ha sido anunciada por todos los medios. Lo único que hace que quiera llegar es Joey.

―Tenemos dos frentes abiertos ―prosigo―. No solo estoy huyendo de la mujer que quiere matarme. Jane también está en alguna parte, buscándonos para quién sabe qué.

―Hay alguien que lo sabe.

Leona. Su nombre cruza mi mente al mismo tiempo que su cabellera pelirroja atraviesa la estación para saludar a aquellos fanáticos que han oído hablar de su espectáculo... o del de su madre. Ahora que he hecho un poco de investigación he descubierto lo famosísima que era Leona Dare hasta que, recientemente, se retiró. Era un auténtico portento con una mandíbula milagrosa de la que se han escrito más de cien artículos. No me sorprende que Leona quiera escapar de una sombra tan poderosa.

Meneo la cabeza en señal de negación. Soy la persona que más ganas tiene de arrancarle las respuestas a mamporros, pero Barnum me ha ordenado que no hable con Leona más de lo estrictamente necesario hasta que descubra todas sus intenciones y qué relación guarda con Jane. Por lo que nos contó al día siguiente de interrogarla, Leona conoce todos los entresijos del mundo circense en Europa, con sus luces y sus más grandes tinieblas ―Barnum hizo un gesto extraño al mencionar esta última parte y no quiso explayarse, dejándome con la intriga―. Leyó todo su cuaderno y las cartas de Jane, pero todavía no ha descifrado qué puede traerse entre manos el viejo arlequín. Después de la manera en la que me defendió y se la llevó del vagón, no quiero traicionar su confianza desobedeciendo sus órdenes. Tengo la esperanza de que sepa cómo solucionarlo.

―Además, tenemos otras cosas de las que preocuparnos. ―Le hago un leve gesto con la cabeza hacia Anne, que acaba de salir del vagón con su maleta rosa por delante.

Aiden cruza una sonrisa de mejillas arreboladas al verla y me da una nueva oportunidad de sonreír. El circo entero está metido en el ajo y la trapecista no se ha dado ni cuenta.

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