CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

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¡BIENVENIDOS A LA CUARTA TEMPORADA DE AMBULANTE! Damas y caballeros, pónganse cómodos, disfruten y dejen sus comentarios tantas veces como quieran. El espectáculo solo acaba de comenzar.

Home II. Dotan.

Mis manos, manchadas de magnesio, se agarran con fuerza a los antebrazos de Aiden al acabar la voltereta. El trapecista evita mi caída y me lanza hacia un nuevo trapecio. Nuestras miradas se cruzan por un instante y siento el corazón un poco más ligero. En mis oídos ruge el clamor del público; un público que hace tiempo olvidó la razón por la que nos marchamos. Echaba de menos estar en casa.

Dejo que el rey de la baraja se envalentone delante de las primeras filas y aprovecho la distracción para escapar de las miradas indiscretas. La mano de WD me impulsa y me indica con un gesto que la cuerda floja está lista para su uso. Subo unos cuantos escalones hasta alcanzar las alturas y tomo aire. Ya han pasado dos meses desde que el circo Barnum volvió a pisar Nueva York, pero esta dichosa presión en el pecho no tiene intención de desaparecer. Apoyo un pie en la cuerda y reaparezco en la actuación. Las exclamaciones de sorpresa no tardan en llegar.

Camino sobre la cuerda sin pensar en los cientos de pares de ojos que me observan, sin temerle ni por un segundo al vacío que tengo debajo de mí, con la paz que me arrebataron durante toda la gira. Solo hay un pensamiento que logra perturbar mis pasos: Joey. Ni su cara, ni su nombre, ni su historia me han abandonado desde el momento en el que nos despedimos en Chicago. Aprieto los párpados para dejar de pensar en él.

Me lanzo al vacío con el común coro de gritos en las gradas y Aiden vuelve a atraparme. Siempre me atrapa. La actuación acaba unos segundos más tarde y mi rodilla se clava en el albero con el último golpe de tambor. Los aplausos me llenan por dentro y me arrancan una sonrisa. Noto la mano de Aiden rozar la mía antes de que hagamos una reverencia ante el público. Recojo las flores que nos lanzan mientras Aiden cosecha sus propios besos.

Es como si nada hubiera cambiado.

Sin embargo, es como si hubiera regresado a una realidad alternativa. Pese a que cada uno ha recuperado sus tiendas habituales, en lugar de los vagones en los que dormíamos atrincherados, ahora hay turnos de noche para vigilar que nadie entre en el recinto ferial. La ausencia de Joey transforma las hogueras de fin de semana en silenciosas reuniones que pronto se acaban. Aiden sigue siendo un hombre buscado, esta vez con pruebas fidedignas, y yo no dejo de mirar por encima de mi hombro. Temo el momento en el que Lilith reaparezca en mi vida, con más sed de venganza que nunca.

Apenas una hora después de que acabe el espectáculo, Barnum me reclama en su tienda. Desde que regresó ha pasado más tiempo en el circo y ha ordenado hacer una tienda a modo de oficina para trabajar durante las horas que no pase en su mansión.

—He terminado de cerrar los acuerdos con Zagreb y Bucarest —anuncia en cuanto cierro la cortina. Apoya las manos sobre la amplia mesa de caoba, cubierta de papeles y un amplio mapa que extiende delante de mis ojos—. Sofía aceptó mis exigencias hace casi una semana. Tenemos el itinerario completo.

Suelto un suspiro de tranquilidad antes de aproximarme al mapa. Con el índice trazo la ruta que lleva dos meses dibujada en mi cabeza.

—Once paradas —murmuro—. ¿Será suficiente para que no sospeche?

—Sospechará desde el principio. Estamos hablando de Joey, Gael.

—Lo sé. Pero tiene lógica, ¿no? A ojos del mundo, hacer una gira por Europa después del éxito por Estados Unidos es lo más lógico, ¿verdad?

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