Toda la eternidad (27)

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-Narra Addison: fuimos al cuarto de Derek donde había pinturas, tomamos la que era color lila muy tenue y bonito, aparte, también tomamos una blanca, fuimos a mi cuarto y tapamos todo, tapamos todos los muebles y la cama, empezamos a pintar con él con la pintura lila, pasamos dos horas pintando de ese color, ahora esperaríamos a que se secara, él se sentó en la cama y me senté en sus piernas enrollando las mías en su cintura.
-Quiero darle un toque, nuestro- dije y me miro.
-¿Cómo qué?- preguntó.
-Ven- dije y baje de sus piernas para después jalarlo a una de las paredes. Tome un pequeño pincel y lo bañé en pintura blanca, mire a Isaac, quien me miraba esperando a que hiciera lo que iba a hacer. Entonces salpique, salpique la pared y Isaac me miro.
- Ya se a qué quieres llegar- dijo y tomó el pincel que traía en la mano, lo baño en pintura blanca e hizo lo mismo. Volví a tomar el pincel para bañarlo de nuevo en pintura blanca, fui a otra pared, la cual estaba del lado derecho si te acostabas en la cama. Ahí puse
I.L & A.H. Isaac me miro y me sonrió. Puso sus manos por mi cintura, pasó un mechón de pelo que había caído de mi alta coleta.
-Te quiero- dijo susurrando y junto nuestras frentes.
-Yo también te quiero- dije de la misma manera y sobe mi frente en la suya.
-Me encanta cuando haces eso- dijo y sonreí.
-A mi me encanta cuando me dices que te encanta que haga eso- dije y ahora el rió.
-Quédate siempre- dije y recosté mi cabeza en su pecho abrazándolo.
-Toda la eternidad- dijo y levantó mi cabeza para después unirnos en un tierno beso, nos sentamos en la cama y me recosté en su pecho cuando nos separamos, pase mi mano por debajo de su playera, entonces soltó un pequeño sonido de dolor.
-¿Qué te pasó?- dije sentándome en la cama rápidamente.
-No, no es nada- dijo él y tomó su playera.
-Déjame ver- dije y quite su mano, estaba de nuevo golpeado, entonces lo mire.
-De nuevo llegó ebrio...- dijo Isaac y pude sentir el miedo en su voz.
-Tenias que decirme, pude haberte ayudado, llevarte al hospital, no sé algo- dije, el bajo la mirada, le tomé la mano entrelazándola con la mía, cerré los ojos, me miro, después miro su brazo y tenía las venas negras, le estaba quitando el dolor, cuando yo ya no sentí dolor separé nuestras manos y abrí los ojos.
-¿Qué fue eso?- preguntó y lo mire.
-Te quite el dolor- respondí.
-Ven- dijo y me jalo a él, me acostó en su pecho, me acurruqué mientras él me abrazaba con uno de sus brazos y acariciaba el mío con la yema de su dedo, al poco tiempo fui cerrando los ojos y caí dormida sobre su pecho.

Nunca es tarde [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora