Su lenta penetración me hacía apretar mis piernas alrededor de su cintura. Mis alaridos se escuchaban por toda la habitación... sentía que cada parte de mi interior se rompía en mil pedazos a medida que me embestía.
El dolor que estaba experimentando no podía ser compararlo con nada. Era tan extraño y a la vez placentero, que de lo único que estaba segura era de que no quería que se detuviera.
Sus labios no se despegaban de mi rostro, besando cada espacio y tocando todo lo que él quería... Su mano derecha envolvió mi cuello cuando su boca chocó con la mía, reprimiendo cualquier sonido que pudiese emitir. La leve presión de su mano me hizo sentir un tipo de electricidad exquisita en el cuerpo, la cual se intensificó al escuchar el gutural gemido de mi profesor.
—Estás tan apretada, ángel. — Susurró roncamente besando mi mandíbula mientras dirigía mi cara hacia la derecha con solo el agarre de mi cuello. — No sabes cuanto deseé tenerte justo aquí... enterita para mí.
Sus calientes palabras lograron encenderme mucho más si es que era posible. El vaivén de sus caderas comenzó a acelerarse al igual que mis gritos de placer y dolor.
¿Cómo había podido vivir sin esto tanto tiempo?
Soltó mi cuello y se enderezó hincándose en la cama, saliendo inesperadamente, de mi interior.
—Date vuelta. — Ordenó admirando mi desnudez desde arriba.
Mis piernas tiritaban al igual que todo mi cuerpo. Parecía que me había convertido en una especie de lana que temblaba con apenas un suspiro, pero cuando miré su miembro lleno de sangre, me congelé.
—Eso es... eso es... —Tartamudeé sin dejar de mirar su pene ensangrentado.
—Si, preciosa, es sangre. — Confirmó pasando su mano por su falo masturbándose frente a mis ojos sin importarle que su palma se llenara del líquido rojo. — Esto es lo que confirma que fui el primero que te hizo el amor.
Soltó su miembro y tomó mis caderas fuertemente girándome en menos de un segundo, dejándome boca abajo y sin aliento.
Me afirmé en los antebrazos y levanté mis glúteos quedando en cuatro. Su miembro entró sin aviso haciéndome soltar un grito desgarrador.
La sangre ya había pasado a último lugar en este acto.
—Y no sabes cuánto me gusta saber que fui el primero...
Sus dos manos tomaron mis brazos llevándolos hacia mi espalda, dejándome suspendida dependiendo solo de su agarre en mí. Tiró mucho más mis brazos hacia atrás, logrando que mi cuerpo se enderezara y quedara hincada frente a él mientras me seguía penetrando.
—¿Te estoy haciendo daño, ángel? — Susurró besando el lóbulo de mi oreja.
—No... — respondí en un gemido como pude mientras él pasaba un brazo alrededor de mi cuerpo dejándolo justo bajo mis senos y pegándome completamente a su torso.
—Me alegra oírlo. —Musitó mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas — Porque me estoy volviendo loco sintiendo como te contraes alrededor de mi pene, Julieta.
Por todos los Dioses...
Mis gritos aumentaron al compás de sus arremetidas disfrutando darle el dominio completo de mi cuerpo, a mi profesor de Historia griega... saber que podía hacer cualquier cosa conmigo me excitaba a tope y saber que podía ser buena alumna, no solo en la universidad, también me hacía querer más de todo esto.
No sabía cuánto tiempo habíamos estado haciéndolo. Nuestras pieles sudorosas se juntaron en un ritmo totalmente errático, haciéndome enloquecer y dejando sordo a cualquier persona que pasara por fuera del edificio.
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El Fuego De Tu Mirada
RomanceLos días pasaban y no encontraba manera de poder alejarme. Me hice adicta a tus caricias, a tu sonrisa y a tu calor, a tu ojos, a tus manos y a tu boca. sin darme cuenta, mi vida ya no era mía... sino que te la entregué a ti sin penssarlo. Mi mundo...