Podía ver el gran avión a través de las ventanas del aeropuerto. Los altavoces señalaban por última vez el llamado a todos los pasajeros con destino a California. Admiraba en silencio el gentío que nos rodeaba, pensando en cada una de las vidas que hay en el mundo entero... cada persona es un mundo diferente, cada ser es especial... único y cada mente es excepcional.
Tantas razas, tantas pieles diferentes, tantos pensamientos... sin embargo, estoy completamente segura de que, en algún momento de nuestras vidas, todos los seres existentes hemos sentido lo mismo: Amor, felicidad y tristeza.
Es difícil darse cuenta de que cada instante tiene su final... cada situación, cada experiencia y cada vida se extingue sin darnos cuenta. Jamás me había puesto a pensar que... Las horas iniciales de un nuevo día para ti, pueden ser las últimas para otro. El oxígeno que exhalas inconscientemente mientras duermes, a la misma vez puede ser el último aliento de vida de otra persona.
Cada segundo de vida, cada puto segundo de existencia debe ser considerado como el último... no sabemos cuándo ni cómo, pero el día que nuestra hora de irnos de este mundo llegue, tienes que quedarte con la satisfacción de que hiciste todo lo que soñaste, de que fuiste feliz, que amaste con locura, que fuiste una persona buena... que no solo exististe, sino que también viviste.
Debes descubrir quién eres, mi niña... descubrir que es lo que quieres para tu vida, que es lo que te hace feliz o qué es lo que te llena completamente. —Su mano acariciaba suavemente mi cabello mientras observábamos la hermosa vista desde la colina. Mi cabeza estaba sobre sus piernas, mientras mis ojos derramaban lágrimas por querer dejar atrás mi pueblo natal.
— Eres una mujer con aspiraciones... no te quedes estancada. Él no querría eso... lo sabes ¿No? —Pausó haciéndome recordar nuevamente a mi hermano— Si quieres irte a estudiar al otro lado del país, hazlo. No lo dudes y hazlo... la vida es corta, mi amor. No puedes quedarte esperando a que todo llegue a ti por arte de magia, tienes que levantarte e ir por ello tu misma. —Tomó mis brazos e hizo que me levantara de su regazo — Eres alguien capaz, Julieta. —Me miró con convicción — Sé que, si te vas y aceptas esa beca en Toronto, te irá bien... y ¿Quién sabe? Quizá hasta logres encontrar el amor incondicional de un hombre —Reímos — o ¿Acaso crees que si me hubiera quedado allí en ese pueblito donde nací, hubiera encontrado a tu abuelo? —Secó mis lágrimas que no paraban de salir de mis ojos. — Sé que eres capaz de lograr todo lo que te propongas, solo tienes que dar el primer paso... y si lo das, aquí estaré yo apoyándote y respaldando tus decisiones siempre, mi hermosa niña. Siempre estaré contigo, nunca lo olvides...
—¿Estás lista? — Su voz me sacó del doloroso recuerdo que calaba mi corazón sin piedad. Su mirada recorría mi rostro con compasión y su fuerte mano secó una pequeña lágrima que escapó de mis ojos sin permiso. —No te preocupes, ángel... llegaremos muy pronto.
Tomó mi mano y nos guio a través del largo pasillo que nos llevaba directo a la puerta del avión. Ignoré el pequeño hormigueo que sentí en mi estómago por esta cercanía... sus ojos parecían comprender exactamente lo que mi corazón estaba sintiendo en esos momentos... la verdad, sospechaba que siempre conocía lo que yo sentía.
Cuando entramos, transitamos a paso lento los asientos económicos. Mi mano todavía sujeta a la de él, nos hacía ver como una pareja cualquiera, sin embargo, maldije interiormente por pensar en esas cosas en este momento.
Me sorprendí cuando dejamos atrás la parte económica. El profesor Alexander había sacado los pasajes de avión y jamás le pregunté cuales había comprado.
Dios mío... ¿Cómo le voy a pagar el boleto?
Seguimos avanzando a través del largo pasillo y cuando llegamos casi al final se me dio la vuelta hacia mí preguntando —¿Pasillo o ventana?
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El Fuego De Tu Mirada
RomanceLos días pasaban y no encontraba manera de poder alejarme. Me hice adicta a tus caricias, a tu sonrisa y a tu calor, a tu ojos, a tus manos y a tu boca. sin darme cuenta, mi vida ya no era mía... sino que te la entregué a ti sin penssarlo. Mi mundo...