Capítulo 10

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Julieta Bassett

Había pasado 1 día después de lo que pasó con el profesor Alexander y cuando pensé que ya nada podía sorprenderme, recibí una llamada. Era mi prima Rose.

Me contó que se vendría a vivir a Toronto, ya que en la empresa financiera en donde trabajaba, la cual estaba en New York, le solicitaron cambiarse de sucursal debido a que necesitaban a alguien con experiencia para manejar los asuntos aquí en Toronto. Ella no lo dudó ni un poco y aceptó.

Rose y yo hemos tenido una buena relación desde siempre. Las hermanas de papá son y siempre serán mis tías favoritas. Tienen una mentalidad muy abierta, nunca juzgan absolutamente nada, sin embargo, a todos sus hijos los han criado de una manera ejemplar. Está demás decir que Rose y yo somos más cercanas.

Mi prima estudió contabilidad y gestión de empresas en la universidad y se graduó cuando cumplió los 23. Consiguió empleo enseguida, ya que tenía un excelente currículum y no está demás decir, que sus notas eran realmente excelentes.

—El día lunes estaré allí como a las 4 pm, quiero que me des tu opinión del piso que quiero arrendar ¿Me acompañarás? —Estaba completamente segura de que me estaba haciendo un puchero.

—Está bien, realmente estás de suerte, no sé cómo supiste que es mi día de libre en el trabajo. —Reí.

—¡SABÍA QUE NO ME IBAS A FALLAR! ¡No sabes lo ansiosa que estoy por mudarme! Mi jefe me dijo que todos los gastos de arriendo correrían de parte de la empresa. Una real maravilla prima...

Estuvimos hablando por más de 2 horas. Me encantaba la idea de tenerla cerca. Me cuesta mucho sociabilizar y encontrar amigos. Las pocas chicas que hay en el curso jamás me han mirado y bueno... no es que calce con alguna de sus extrovertidas personalidades.

Nunca me ha molestado la soledad, pero de vez en cuando sería bueno charlar constantemente con alguien y cotillear.

Cuando terminamos la llamada, me dispuse inmediatamente a realizar mis deberes... tenía que avanzar en ese informe de Filosofía Antigua. Saqué mi celular y descargué el majestuoso ejemplar llamado "El gran libro de mitología griega". Podía encontrar todo lo que estuviera buscando en ese gran libro pero me costaría mucho leer desde el destrozado celular.

Tendré que comprarme otro.

Comencé a leer: "Al igual que sus contrapartidas en el Oriente Próximo, a los Dioses del olimpo se los imaginaban como seres humanos magníficos en su apariencia exterior y comparables a los humanos en emociones y deseos, así como en su configuración familiar y su vida social. Sin embargo, diferían de los mortales principalmente en dos aspectos: sus cuerpos eran inmortales y sin edad (aunque no inmunes al daño temporal), y disfrutaban de una forma de existencia corpórea que imponía muchísimas menos limitaciones que la nuestra. Nacían como resultado de la relación sexual y tenían que crecer (incluso si esas veces fueran muy rápidas), pero su desarrollo y crecimiento se frenaba en cuanto alcanzaban la madurez. Algunos eran como jóvenes en apariencia, otros más maduros y majestuosos". Y sin poder evitarlo, con los últimos versos del primer párrafo, vino a mi mente el único hombre que quisiera tener en mi vida.

Lunes

Estaba sentada frente al profesor Philips, el cual nos explicaba acerca del nacimiento de Atenea, la gran diosa de la guerra. Todos estaban concentrados escuchando al anciano profesor y tomando apuntes, sin embargo, mi mente estaba sumergida en otros pensamientos.

Recordé del trato que había hecho con el profesor Alexander ¿Cómo me iba a acercar a Meredith para saber quién le entregó esas fotos? Realmente encuentro muy difícil convertirnos en íntimas amigas. A simple vista no tenemos nada en común.

El Fuego De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora