Capítulo 23

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Julieta Bassett

Mi cuerpo entero temblaba entre sus brazos... ya no podía evitar lo que sentía por el hombre que me mantenía cautiva entre la pared y su cuerpo. No podía...

Sentía como mis entrañas quemaban, anticipándome a lo que podría hacer este hombre conmigo... si es que aceptaba su propuesta.

Su mirada estaba atenta a todo lo que yo hacía. ¡Oh! Zeus, por favor dame el valor que necesito para dejarme caer en sus brazos.

—Yo no soy Meredith, Profesor...

Una de las cosas a la que le temía, era no poder estar a la altura de ese hombre que parecía un Dios griego. Me atemorizaba no poder complacerle. Mi inseguridad en este minuto había ganado la batalla.

—¿Crees que te comparo con ella? —Dijo incrédulo arrugando su ceño.

Sentí que mi corazón iba a salir por mi boca. Bajé la mirada avergonzada. Era tan estúpida... una inexperta tonta que seguía siendo virgen a los 22 años.

—Hey, mírame... —Su voz sonó suave en mis oídos —Me encantas Julieta... Desde que te vi entrar por primera vez a mi clase no paraste de permanecer en mi mente.

Oh, por Dios...

—Siempre te veía, Ángel... Siempre. —Acercó su rostro a mi cuello y olió mi perfume.

Sentí que desvanecía. Su respiración se estrellaba en la piel sensible de mi garganta. Eché mi cabeza hacia atrás dejando que él hiciese lo que quisiera.

—Siempre veía como tus compañeros trataban de acercarse a ti... pero tu inocencia no te deja ver lo que eres capaz de provocar. — Susurró —Hace un tiempo me prometí a mi mismo no intentar nada contigo... porque tu eres un tesoro, Julieta... un tesoro que nadie jamás ha descubierto y la persona que lo haga, será la más afortunada de todas.

Su voz embelesaba mis oídos... terminó esa última palabra dando un corto beso en el borde de mi cara.

-Hace un tiempo... pensé que yo no era alguien que te mereciese. - Se separó de mi y unió nuestros ojos.

¿Qué? ¿Es que acaso no se daba cuenta que yo era la pensaba que no lo merecía?

—Pero quiero intentar ser mejor —Pausó —Mejor para ti, Ángel.

—Profesor, yo... —Susurré impactada por todas sus palabras.

Sus labios se curvaron en una media sonrisa. Jamás hubiera pensado tenerlo frente a mí de este modo, acorralándome y convenciéndome de caer en sus brazos.

—Quiero conocerte, Julieta.—Musitó tomando mis manos y acariciándolas con el pulgar de cada una de sus manos — Quiero conocer todo de ti... cada espacio de tu mente y de tu cuerpo. Tu vida, tus penas, todo.

Mis pulmones parecían no querer absorber el oxígeno del aire. Mi mente trabajaba a mil kilómetros por hora sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Quiero ser todo, Ángel... —Carcajeó —Maldición... quiero ser absolutamente todo. Tu amigo, tu amante, tu profesor... tu todo.

Me iba a desmayar.

—Si me dejaras... Si tan solo me dejaras demostrarte que —Soltó mis manos y atrapó mis mejillas — Que por ti haría cualquier cosa.

Oh, por Dios... ¿Se había declarado?

Si... se había declarado.

Todo lo que había deseado... todo lo que quería estaba a una sola palabra. Un solo asentimiento de mi parte, y podría tener todo lo que había anhelado.

El Fuego De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora