Julieta Bassett
—Me encanta este departamento Julie... es como un sueño.
La voz de Rose resonaba completamente a nuestro alrededor, admirando el hermoso ambiente.
Nunca había visto un piso tan hermoso. El sofá en L de cuero negro permanecía frente al gran televisor, el cual estaba empotrado a una pared que destacaba por sobre las demás, por su texturizado color dorado.
El concepto abierto permitía visualizar la hermosa cocina americana, los altos gabinetes y la hermosa isla cubierta por mármol de color blanco, le daba un aire muy sofisticado. Jamás en mi vida podría darme el lujo de comprar o arrendar un departamento así.
Me alegraba mucho por Rose... saber que ha podido lograr lo que siempre se ha propuesto, me reconfortaba.
Nuestras familias eras muy unidas, sin embargo, ambas crecimos en ambientes muy diferentes. Por su parte, Rose se crió entre los grandes lujos de la ciudad de New York, en cambio yo, crecí en un pequeño pueblo alejado de las grandes ciudades, en donde el mayor foco de la atención se dirigía a las carabanas de entretenimientos que llegaban cada 3 de Julio, a posicionarse en un sitio eriazo cercano a mi casa.
A pesar de nuestras diferentes vidas, cada vez que nos juntábamos era como si nada de eso importara. Aún recuerdo que cuando niñas, pasábamos horas y horas jugando en las praderas, trepando los sáuces que estaban cerca de la pileta central que indicaba el centro de Castroville, agarrando a los pequeños pollitos que encontrábamos cada vez que íbamos con mi madre al gallinero. Y a medida que íbamos creciendo, jamás fueron relevantes nuestras diferencias de vida, mientras estuviésemos juntas, era todo perfecto.
El celular de Rose interrumpió nuestro asombro y mientras ella conversaba con quien parecía ser su jefe, me encaminé hacia el gran balcón que se encontraba al lado de la sala.
Abrí la puerta de vidrio y me encontré con una pequeña mesa redonda a mi lado derecho. Toda la ciudad podía verse desde allí... Los altos edificios de diferentes alturas, los autos que jamás se detenían, el hermoso cielo azul y las gaviotas que volaban en una dirección desconocida... era realmente fascinante.
La suave brisa de verano me golpeó en el rostro suavemente, haciéndome recordar a mi pueblo natal, Castroville. Podía sentir la vitamina D entrando por mis poros, la vida entrando a mis pulmones cada vez que inhalaba oxígeno... esa vida que mi hermano jamás pudo vivir.
Imaginé como hubiera sido mi existencia si él hubiese estado conmigo... obviamente no tan solitaria, ni tan aburrida.
Estaba casi convencida que Daniel también hubiese querido venir a vivir a la ciudad. Era un niño muy inteligente, siempre decía que alguna vez iba a ser piloto e iba a volar por los cielos sin parar... Lamentablemente, todos tenemos un solo destino y nadie sabe si este es el último día que estamos con vida.
—De una forma u otra estás volando por los cielos, hermanito —Susurré a la nada.
De repente, un eufórico grito me hizo salir de mis pensamientos, haciéndome saltar en mi puesto. Me giré rápidamente hacia la entrada del balcón con la mano puesta en el pecho.
—¿Qué pasó, Rose? —Suspiré — Casi me matas del susto.
— ¡LO LOGRÉ! —Volvió a chillar — ¡MI JEFE DIJO QUE SI VA A PAGAR EL ARRIENDO DE ESTE DEPARTAMENTO!
Reí al ver a mi prima tan extasiada. Sus manos aplaudían rápidamente mientras daba pequeños saltitos en su puesto. Entré nuevamente a la sala y cuando estuve a menos de un metro, sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo.
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El Fuego De Tu Mirada
RomanceLos días pasaban y no encontraba manera de poder alejarme. Me hice adicta a tus caricias, a tu sonrisa y a tu calor, a tu ojos, a tus manos y a tu boca. sin darme cuenta, mi vida ya no era mía... sino que te la entregué a ti sin penssarlo. Mi mundo...