Capítulo 18

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Alexander Mackenzie

Cuando terminamos el debate, Julieta salió lo más rápido que pudo de la sala, después de despedirse formalmente.

Así que era cierto... estaba escapando de mí.

Tomé mis cosas en un santiamén y salí en su búsqueda. No podía hacer esto... no después de lo de anoche.

Ella correspondía a todas mis caricias y besos... no puede negarlo. La vi salir hacia el estacionamiento de la universidad y antes de que pusiera un pie afuera del edificio, la sujeté del brazo e impedí que huyera.

La llevé hacia uno de los pilares de la construcción acorralándola.

—¿Acaso no sabes que es de mala educación irse sin despedirse? —Musité

Sus ojos subían y bajaban de mi boca a mis ojos. Lo sé mi precioso ángel, yo también quiero comerte a besos...

—Me despedí cuando terminamos de resolver la guía —Susurró

—Sabes que no me refiero a eso.

Agachó su cabeza avergonzada ¿Es que no se da cuenta que me vuelve loco?

— ¿Qué es lo que piensas? —Musité bajando mi tono de voz — Si no me dices que es lo que pasa por tu mente, no podré comprenderte y eso es lo único que quiero, Ángel.

Pasé mi mano por su delicado rostro. Sus hermosos ojos azules se levantaron hacia mí sorprendidos.

—No quiero hacerle daño a nadie profesor Alexander... — Se detuvo — Y no quiero seguir investigando por usted —Elevó su mentón haciendo que mi mano dejara de tocarla.

¿Se refería a seguir investigando a Meredith?

Reí. ¿Piensa que seguiré con Meredith después de lo de anoche? Por eso está tan arisca.

— Ya no me importa ese tema, Julieta... También dejaré de averiguarlo.

Su boca se abrió sorprendida. Realmente ya ese tema no es algo de importancia para mí... prefiero enfocarme en lo que realmente quiero. Julieta.

— ¿Por qué? —Arrugó el ceño confundida

—Porque ya no me interesa.

Sus cejas se elevaron y pasó por mi costado alejándose de mí.

—Así que... ¿usted es del tipo de hombres que cuando deja de interesarle algo lo desecha como a una basura? -Sus maravillosos ojos azules me miraban con un enojo disimulado. Sus labios estaban apretados, tratando de parecer imparcial.

Me fascinaba... Su precioso rostro era realmente una obra de arte.

—Ángel... no sé a qué te refieres. —Me hice el idiota. Quería que me dijera realmente lo que pensaba.

— ¿A qué me refiero? — Su tono de voz decepcionado hizo que mis sentidos se alertaran.

—Me refiero a Meredith, por supuesto. — Soltó —Ella saldrá afectada por... por este jueguito.

Sus manos gesticularon cuando de su boca salió la palabra "Jueguito". Ahora comprendía todo... ella creía que yo la dejaría como a cualquier mujer después de tenerla.

Oh, mi hermoso ángel... Eso sería lo último que haría con una mujer como tú.

— Estás equivocada, Julieta... Meredith y yo sabíamos desde mucho antes que... que esto no era importante para ninguno de los dos.

Me acerqué un par de pasos a ella observando su reacción. Su rostro se relajó levemente.

— ¿Es que piensas que soy un desalmado? — Arrugué la frente

El Fuego De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora