Capítulo 14

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No podía creerlo.

¿Acaso acostándose con ella descubrirá quién compartió sus estúpidas fotos?

Yo solo lo estaba esperando para... bueno para preguntarle algo importante, pero ella nunca salió de la maldita sala. Pasaron como 45 minutos en donde mi enojo crecía en un 200%.

¿Qué le estará haciendo?

Mi imaginación se elevó mil metros hacia el cielo, visualizando sus grandes manos tomando el cuerpo de la mujer que estaba allí dentro mientras la poseía como un demente.

Me sentí aún más imbécil por haber pensado, el día de ayer, en que él se interesaría en mí de esa manera.

—Que ilusa... —Susurré a la nada.

Sin aviso, Meredith salió de la sala inesperadamente interrumpiendo mis pensamientos. Se le notaba una radiante sonrisa en la cara... Sin embargo, su cabello parecía salido de una película de terror.

— Oh, Julieta ¿Verdad? —Sonrió al posar su vista sobre mí — Soy Meredith... somos juntas en el trabajo.

Si sé quién eres.

—Hola, sí —Musité — Eh... ¿Cuándo puedes juntarte conmigo para avanzar en el informe? –Sonreí forzadamente.

— El fin de semana... ¿Puedes el domingo? —Sonrió mientras pasaba su mano inútilmente por su cabeza tratando de arreglar su cabello.

—Trabajo todos los días de la semana después de clases, asique estaría perfecto.

¿Por qué estoy tan molesta con Meredith? Ella no tiene la culpa de que el profesor Alexander se la tire... quiero decir ¿Quién podría negarse?

—Nunca hay nada que hacer un domingo y deberíamos aprovecharlo ¿No crees? –Rio

Debió haber sido realmente un buen polvo... irradiaba buenas vibras y arcoíris. Me causaba nauseas.

Finalmente quedamos en que iría a su casa el domingo. Por supuesto que no me agradaba la idea, pero no podía hacer nada. Pasaron alrededor de 5 minutos luego de que ella se marchara y el profesor Alexander salió de la sala distraídamente.

No se percató de mi presencia... lo que me molestó muchísimo más.

—Estaba esperando a Meredith para ver cuando podíamos empezar a hacer el trabajo, pero no salió nunca... —Mentí... porque al que estaba esperando realmente, era a él.

Se giró rápidamente y me miró sorprendido. Su cabello también estaba desordenado.

¿Es que no puede disimularlo si quiera un poco?

—Supongo que en todo el tiempo que estuvieron adentro, logró saber quién fue la persona que compartió sus fotos con ella... ¿No es así profesor? —Ignoré la punzada de decepción que sentí en mi estómago.

No me molestaría tanto si tratara de ocultarlo un poco ¿Es que acaso no pueden ir a otro lado a... eso?

Ahora era él quién no encontraba palabras para decir. Su sensual boca estaba abierta, pero sin emitir sonido alguno y sus hermosos ojos se mantenían fijos en los míos.

—¿Todavía necesita que lo siga ayudando en esto o ya encontró las respuestas que necesitaba? —Tomé mi mochila del piso dispuesta a irme.

Moría por poder experimentar, aunque sea un par de minutos, estar en sus brazos... Nunca había deseado tanto a un hombre como a él. Jamás había sentido esta necesidad de poder apagar el fuego que se extendía entre mis piernas cada vez que lo veía, sin embargo, él regalaba su esencia a una mujer que podía obtenerlo de cualquier otro lado.

El Fuego De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora