10º El cementerio

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La semana pasó rápidamente y para Frank fue un gran alivio que Brendon y Ryan dejaran de susurrar y burlarse de él, ahora lo único que hacían al verlo era ignorarlo por completo.

El viernes en la noche llegó y Gerard y Frank tenían planes para verse.

Se estaba preparando para salir cuando escuchó un ruido que provenía del patio. Se acercó a la ventana y encontró a Gerard en el jardín trasero aventando piedritas a la habitación de Frank para llamar su atención.

—Gerard—exclamó emocionado al verlo—¿cómo entraste ahí?—preguntó confundido ya que para entrar al patio había una gran barda con un sistema de alarma que debería sonar muy fuerte si alguien intentaba meterse.

—Soy demasiado sigiloso—Rió Gerard—¿nos vamos?

Frank bajó corriendo al patio y al encontrarse con Gerard este lo recibió con los brazos abiertos, le dio un fuerte abrazo y luego depositó un tierno beso en su mejilla. Frank soltó una risita.

—vamos—sonrió Frank.

Caminaron tomados de la mano. A Frank le sorprendía que Gerard siembre estuviera tan frío.

Llegaron al cementerio Bella Muerte.

¿no crees que ya es un poco tarde para estar aquí?—preguntó Frank—están a punto de cerrar.

—Descuida, trabajo aquí—respondió Gerard—verás, mi hermano y yo somos los guardias nocturnos, junto con otros dos vampiros que conocimos hace tiempo.

—Entonces estamos teniendo una cita ¿en tu trabajo?

—Si faltó un día más me despiden y Mikey me asesina.

Frank rió. Estar con Gerard ya era demasiado raro así que tener una cita romántica en un cementerio a mitad de la noche no le molestaba para nada.

Entraron en el lugar y caminaron entre las tumbas hasta llegar a una parte algo vacía donde Gerard ya tenía preparada una manta para sentarse y unas velas.

Se recostaron en la manta y Frank apoyó su cabeza en el hombro de Gerard.

—¿está bien si nos quedamos aquí?—preguntó el más chico—¿no tienes que cuidar el lugar?

—Nah...—Negó el otro—Solo tengo que estar aquí además Ray y Bob, los otros guardias, dijeron que me cubrirían.

Observaron las estrellas en silencio, el único sonido que Frank podía escuchar era el de los grillos. Eso era lo que más le gustaba de Gerard, ningún silencio era incómodo, simplemente podían estar juntos sin decir ni una sola palabra y todo era perfecto.

—Gerard...—Frank lo llamó rompiendo el silencio.

—¿Qué pasa?

Frank se sentó.

—¿Me contarías sobre ti? Quiero decir...sé que he visto en mis sueños parte de tu vida pero tengo tantas preguntas.

—¿cómo cuales?—Gerard se sentó para ver de frente al más chico.

—No lo se, como...¿Por qué no puedes salir durante el día? o ¿como es que vives tanto...? quiero saber todo sobre ti.

—Ah ¿quieres saber mi historia?

Frank asintió.

—Quiero entender quién eres realmente.

Gerard lo meditó un momento.

—Es una historia realmente larga, he vivido más de 200 años.

—No me importa, la noche aún es joven.

—De acuerdo—Gerard cedió—pero te advierto que no es una historia bonita.

Gerard comenzó a relatar su historia*, nacido en Inglaterra hace más 200 años, como se convirtió en vampiro gracias a Lindsey quien lo salvó de una enfermedad mortal, como llegó a New Jersey y como vivían a base de engaños y estafas. Como su matrimonio estaba arreglado y como los dos comenzaron a pelear a tal punto de que intentaron matarse el uno al otro. Frank escuchó atentamente y hacía preguntas ocasionalmente. Al final de la historia acababa con la llegada de Frank a la vida de Gerard.

—Hasta ahora tú has sido lo mejor que me ha pasado—le dijo Gerard y Frank se ruborizó.

—Entonces tu historia tiene un final feliz.

—Si, lo tiene—Gerard le sonrió pero su sonrisa se apagó poco a poco al pensar que esa no era realmente el final de la historia. Gerard era inmortal y su historia no tenía final, en cambio Frank crecería y algún día moriría. Gerard no podría soportarlo pero sabía que era lo mejor, No podía convertir a Frank en lo que él era. Jamás.

Frank lo sabía también y eso lo entristecía. Pero ambos decidieron no decir nada en ese momento.

Pasaron varias horas hasta que Frank pensó que ya era un poco tarde y lo mejor era que se fuera a dormir. Se dirigieron a la salida pero entonces, recargados sobre las criptas, vieron a Michael junto con otros dos hombres que fumaban un cigarrillo.

—¡oh pero si es Gerard!—gritó el rubio.

—Ellos son los otros vampiros de los que te conté—le explicó Gerard—son muy agradables, no te harán daño.

Se acercaron para saludar y Michael, al verlos, no pudo ocultar su cara de disgusto.

—Hola chicos—Saludó Gerard—les presento a Frank.

—Hola...—saludó Frank.

—Encantado—Dijo el Rubio tirando su cigarrillo al suelo, luego tomó la mano de Frank y la agitó bruscamente—Soy Bob.

—Déjalo ya, lo fastidias—dijo el otro quien tenía un llamativo afro—Soy Ray, mucho gusto.

Ambos tenían un marcado acento británico.

—¿son extranjeros?

—Así es—explicó Ray—llegamos de Londres en los años 80s.

—¿todos los vampiros vienen de Londres?—preguntó Frank pues Gerard y Michael también venían de ahí.

—Eso parece—dijo Bob—hemos buscado vampiros por toda América pero es como buscar una aguja en un pajar.

—Al parecer allá está el nido—continuo Gerard.

Continuaron hablando por unos minutos. Ray y Bob eran bastante agradables pero Michael era otro caso. En todo momento no dejó de ver a Frank con cara de desaprobación.

Al final se marcharon y Gerard acompañó a Frank hasta su casa.

—¿nos vemos mañana?—le preguntó el mayo tomándolo por la cintura antes de irse.

—por supuesto—contestó Frank y Gerard juntó sus labios dándole un beso de despedida.

—Descansa.

—Tú también—dijo Frank antes de meterse en su casa. Sabía que Gerard realmente no solía dormir pero aún así quería devolverle el gesto.

*la historia de Gerard se contará en el próximo capítulo. No se contó en este porque es algo larga .

El Vampiro de la Calle 37 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora