El Vampiro de la Calle 37

30º La ópera

Holaaaa

Antes que nada me gustaría decirles que eliminé los capítulos pasados ya que no me sentía satisfecha con el rumbo que estaba tomando la historia.

Pero les dejo este que me gusto mucho.

Espero les guste.

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–Relájate de una vez Gerard–dijo Mikey.

–no puedo hacerlo–exclamó el otro caminando de un lado a otro por la habitación. –era ella o nosotros, no tenías opción.

–la asesinaron frente a mi.

–tendrás que acostumbrarte, así funcionan las cosas aquí.

Era cierto, en Nueva Jersey los pocos vampiros que había eran mucho más sutiles a la hora de comer. Mayormente se alimentan de ratas y otros animales, y de vez en cuando vagabundos o criminales pero jamás asesinaban de esa manera tan cruel y despiadada.

Para calmar los nervios de su novio vampiro, Frank preparó un baño caliente de burbujas y encendió algunas velas en el baño para darle un toque romántico.

–¿te sientes mejor?–preguntó el más joven al vampiro una vez este estaba recostado en la bañera.

–me sentiría aún mejor si estuvieras aquí conmigo.

Frank no lo pensó dos veces, se quitó la ropa, entró en la bañera y se dejó caer sobre el pecho de Gerard.

–¿Qué tal ahora?

–Mucho mejor–contestó el mayor rodeando a Frank con sus brazos.

Permanecieron así un rato disfrutando del momento, hasta que Frank pensó que sería divertido tomar un poco de las burbujas y colocarlas sobre la cabeza de Gerard. Ambos rieron y el mayor imitó el gesto y también depositó unas cuantas burbujas sobre la cabeza del chico.

–¿Me veo guapo?

–Te ves adorable–Contestó Gerard inclinándose, tomó la cara de Frank y lo besó.

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Los hermanos vampiro asistieron un par de noches más al club en busca de pistas o alguien que los pudiera guíar a Lindsey pero sus esfuerzos no parecían dar frutos. Además de que según ambos, ir ahí era una completa tortura. Cada noche presenciaban cosas atroces y asquerosas que jamás habían pensado presenciar.

–Vi como dos vampiros se peleaban por su presa, al final la partieron por la mitad y cada uno se quedó con una pierna–le mencionó Mikey una vez.

–Un desperdicio total de sangre–agregó Gerard.

Esta noche los planes eran un poco diferentes. Los hermanos habían decidido tomarse un descanso de ese espantoso club e ir a cazar a la antigua pues ambos estaban bastante débiles ya que no habían comido nada desde su llegada. Irían a un bosque que se encontraba a unas horas de ahí y se alimentarían de algunos cuantos animales, y si tenían suerte, de algún vagabundo que estuviera perdido.

Frank por su parte estaba cansado de estar en un país completamente nuevo y no salir a conocerlo por lo que había conseguido boletos para la ópera en el Coliseo Británico. Su idea original había sido asistir con Gerard en una cita romántica pero desgraciadamente solo había conseguido los boletos la única noche en la que el vampiro necesitaba ir de caza, así que no le quedaba otra opción que asistir solo.
Cuando se estaba preparando se percató de que no había llevado nada formal para asistir a la ópera por lo que terminó vistiéndose igual que siempre; unos jeans rotos, zapatillas converse y un suéter color vino que le pertenencia a Gerard, claro, también el guardapelo que le había regalado Teodora; le gustaba tenerlo cerca de él siempre pues le recordaba lo mucho que la quería, además de que se sentía mal por haberle mentido. La pobre mujer pensaba que Frank se encontraba en Japón con sus padres en estos momentos.