XXV

11.7K 662 31
                                    


Faltaba poco para que su encantador viaje terminase, por eso estaba disfrutándolo al máximo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Faltaba poco para que su encantador viaje terminase, por eso estaba disfrutándolo al máximo. El sol caía de lleno en su piel, más no le incomodaba, era poco más del mediodía, acaba de almorzar junto a su futuro esposo, y ahora solo lo observaba hablar por teléfono adentro de la villa «Mi Cenicienta»

Sonrió para él, por él, aunque no la estuviese observando. Sin evitarlo, hizo un pequeño recuento de lo que había vivido junto a Damian a causa de unos sensuales tacones rojos. Esa noche los había elegido porque combinaban con su atuendo, eran sensuales, e iban como un elemento más de su erótico show, pero, como Dorothy en el Mago de Oz, los zapatos rojos tenían un destino escrito que debía vivir.

Y ahora, nada le hacía más feliz que todo lo que había pasado junto a Damian Walker, con sus altos y bajos, todo... Y la sola idea de lo que faltaba, el resto de su vida de ser posible, hacía que el latir de su corazón aumentase progresivamente emocionado.

Miró su anillo de oro rosa, brillaba aún más ante el fulgor del sol, y el precioso diamante irradiaba luz, era hermoso, aún más, al recordar el cielo nocturno iluminado con la romántica propuesta. Pasó las yemas de su dedo por él, aunque estaba segura de su amor, no podía calmar los nervios que le generaba la responsabilidad de ser la señora Walker...

—¡Bú!

Dio un salto en su sitio, asustada, al sentir el soplo caliente en su oreja de su corta expresión, y al escucharle reír le miró con los ojos entrecerrados. Estaba tan concentrada en su anillo que no se había percatado de que ya había terminado de hablar por teléfono.

—Me asustaste —le reclamó tierna, poniéndo una mano sobre su pecho acelerado, mientras hacía un mohín.

—Lo siento.

Miró su boca, rosada, brillando ante la capa de hidratante que se había colocado, percibiéndolo irresistible para él. Se inclinó sobre ella para besarlos, e incapaz de ser simple y casto, le tomó las mejillas para profundizarlo, entrelazando sus labios, succionándolos para saborear la fresa en ellos, volviéndose adictivo, como todo lo que tenía que ver con su cenicienta en versión porno.

Gruñó, sintiendo sus uñas barrer la piel desnuda de su espalda, por todo el medio sobre su espina dorsal, en bajada, luego en subida, erizándole la piel en estimulantes escalofríos que se reunían en su miembro.

Sonrió en su boca agitado por su beso, el deseo le causaba estragos, ansioso por terminar de quitar el par de telas que la cubrían para hacerla suya otra vez. Habían pasado toda la noche, la madrugada y la mañana haciéndose uno, por todos los rincones de la villa, con la pasión desaforada que siempre les acompañaba, pero... el deseo no mermaba, estaba loco por volverla a tener en sus brazos gimiendo sonrosada todas las letras de su nombre.

—¿No te parece que ya ha sido suficiente sol? —preguntó curioso, observando su pecho colorado.

Le dedicó una sonrisa ladeada, sin dejar pasar como sus ojos ennegrecidos recorrían su cuerpo, deteniéndose en sus senos, saboreando sin probar sus pezones endurecidos presionándose contra la tela de su top.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora