XXXVII

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Damian suspiró nervioso.

Los días habían corrido con suma rapidez. Las dos semanas habían acabado, y en ese momento se encontraba de frente al espejo, luciendo un perfecto traje hecho a medida, listo para su boda con su cenicienta en versión porno. De solo pensarlo, una genuina sonrisa brillaba en sus labios, su relación con la mujer que amaba sería bendecida dentro poco, y aunque no se consideraba a sí mismo un devoto religioso, se sentía sumamente feliz de unirse a Elle de todas las formas posibles.

Para ese grandioso día, decidió salirse de su norma, dejó el negro, y optó por lucir un traje con más vida, más luz, de un color azul, tan azul como el cielo. Su chaleco en conjunto con su lazo, llevaban el mismo color, mientras que su camisa era de un impoluto blanco, a juego con el delicado arreglo floral que adornaba el bolsillo frontal de su americana.

Su barba estaba recortada a mano, sus cabellos peinados con elegancia. Estaba a gusto con su imagen, pero, sobre todo, a gusto con lo que estaba viviendo.

Un golpe en la puerta le hizo girar, y en poco se encontró con su hermana, quien llevó sus manos a su boca, con ganas de llorar, al verle preparado para contraer matrimonio.

—¿Y qué tal? —consultó Damian, sonriente, abriendo sus brazos para que le admirase por completo.

—Te ves guapísimo —Le envolvió en sus brazos al llegar hasta él, dándole un beso a su mejilla —Estoy orgullosa de ti, Damian, del hombre que eres, de la hermosa relación que tienes con Elle y... —Se mordió el labio, luchando contra su llanto —Perdón... —Una de sus lagrimas cayó, y él no tardó en limpiarla con delicadeza —Perdón por no haber sido buena hermana y apoyarte desde el principio.

Las palabras no hacían falta, en sus ojos podía ver el arrepentimiento, directo de su corazón, por lo que decidió volver a abrazarla, perdonándola nuevamente, aunque no llevaba dentro de sí ningún sentimiento de rencor, habían sido victimas de un oscuro pasado, pasado que él ya había enterrado.

—Deseo de todo corazón que seas muy feliz en esta etapa de tu vida —continuó Dianne— Elle es una mujer grandiosa, y tú eres un príncipe.

—Soy su príncipe en versión porno, de hecho —bromeó, a lo que Dianne sonrió.

—Lo sé. Ya debemos irnos, o Elle va a llegar primero que tú.

Sus palabras le pusieron en marcha, en definitiva, no deseaba llegar tarde, mucho menos después que ella. En conjunto con su familia, salió de la casa de sus padres, directo a la iglesia donde llevarían a cabo la ceremonia. El no manejar le ponía un poco más nervioso, a su madre, que iba a su lado, le preguntaba constantemente si todo estaba bien, a lo que ella le asentía, paciente y sonriente, hasta que llegaron.

La mayoría de sus invitados estaban presentes, saludó a algunos mientras se dirigía su sitio, observando sonriente la preciosa decoración de flores blancas. Se ubicó en el altar, para esperar a su cenicienta, en compañía del sacerdote, y sus amigos, Ashley y Daniel. Cada segundo que pasaba se sentía más inquieto, los latidos de su corazón amentaban, y sus palmas, se humedecían también, a causa del sudor.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora