XXI

12K 700 35
                                    


Dianne Walker & Daniel Ferca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dianne Walker & Daniel Ferca.

El amor, aunque todos quisiéramos, no era un camino en una sola dirección, derecho y sin baches. El amor era un camino difícil, un perfecto caos en una ajetreada ciudad, una avenida de doble vía, con varios canales, peatones cruzándose por todos lados, un sinfín de huecos, sin un semáforo que nos dictara nuestro turno para movernos.

En el camino del amor, todos estábamos esperando nuestro turno al azar, para avanzar, movernos en la dirección correcta, deseando que la suerte estuviese de nuestro lado.

Y la suerte en el camino en el amor no significaba no caer en ningún bache, no llevarte a nadie por el medio, o simplemente no salir herido. En realidad, signifcaba encontrar a la persona indicada, que sujetara tu mano, y estuviese dispuesto a andarlo contigo, sin importar lo que pudiese venir, que te diera la seguridad, la confianza, la certeza, de que ningún bache sería lo suficienmente grande para separarlos, y dejarte hundido en una profunda oscuridad.

Y Dianne Walker, supo desde el primer instante, en cuanto Daniel sujetó su mano, que la suerte estaba de su lado, y años después de aquel primer contacto, el primer beso, ningún bache había sido lo suficientemente grande para separarla del hombre que amaba.

Se había equivocado tantas veces en el camino, y él seguía allí, dándole su amor, su apoyo, para seguir andando.

En el local, rodeada de tantas personas, estaba él, Daniel, sujetándola entre sus brazos, mirándola profundamente enamorado. Se juró por dentro, mientras le abrazaba con fuerza, no tentar más a su suerte, tenía lo justo para ser feliz, en el ahora, en el presente, y aunque soltar el pasado no era fácil, estaba dispuesta a hacer todo lo que fuese posible para que su camino en el amor, junto a Daniel no llegara a un final.

Le tomó las mejillas dándole un pausado beso a sus labios.

—Daniel... —Lo miró a los ojos, aun cuando los suyos estaban al borde de las lágrimas, no lo podía evitar, tenía los sentimientos a flor de piel —Cariño, necesito que me hagas tuya, hasta que ya no quede absolutamente nada de mí.

Su petición fue tan fácil, tan cargada de deseo, que no quiso adornarla con nada más, ese hombre era su vida entera, lo amaba, en semejanza como se amaba así misma, solo él la había visto en el tope, en sus mejores momentos, y por supuesto, en el fondo, cuando la vida más oscura se le había vuelto.

En ese instante se sentía desinhibida, el alcohol le había volado los prejuicios, los miedos, y por supuesto, el perdón que a sí misma se había otorgado le ayudaba a liberarse, sacar esa Dianne que cubrió por años de muros y muros de dolor.

No pudo evitar recordar aquel momento en que tuvo el arma en sus manos, y le disparó al espejo, a su propia imagen, y sintió que volvía a nacer, y por ello, le susurró a su esposo:

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora