***SEGUNDA PARTE DE LA DUOLOGÍA ZAPATOS DE TACÓN***
Damian Walker, un hombre enamorado, que lo dará todo por recuperar a su cenicienta en versión porno.
Después del desastroso final de la fiesta de aniversario, Damian y Elle pondrán a prueba la fue...
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Tras terminar su conversación con Elle atendió la llegada de un posible cliente, la venta de un edificio. Estaba lidiando su distancia con trabajo, como lo había hecho antes, era de los primeros en llegar, y sin duda, el último en retirarse, no le gustaba llegar a casa, mucho menos tener que dormir solo, cuando todo lo que deseaba era poder abrazar a Elle y palpar a cada momento los pequeños avances que iba dando su bebé.
La echaba de menos, aunque hablaba con ella todos los días, varias veces en el día, más se mantenía tranquilo, e incluso, una parte de él estaba feliz de que Elle se mantuviese estable sin un molesto malestar robándole todo su brillo, sus energías. Era su único consuelo, lo mantenía quieto para no ir corriendo a buscarla.
Tras la reunión, se dio cuenta que faltaba poco para la hora del almuerzo, su ingesta había disminuido un poco, no le provocaban demasiadas cosas, y según las palabras de Vivianne, él también podía verse afectado con los síntomas del embarazo, lo que le pareció bastante fantasioso, más no puso en duda, respetaba cada uno de sus conocimientos adquiridos al paso del tiempo.
En solitario, se tomó unos minutos para respirar, sin pensar demasiado, tan solo quieto en su cómodo sillón. Tomó su teléfono, tan solo para admirar la foto que había colocado de fondo días atrás, una muy bonita que su cenicienta le había enviado, acababa de salir del baño, tenía su cabello mojado sin peinar, un top deportivo y sin una gota de maquillaje, posaba sonriente para él, dejándole ver su vientre, no era notoria la diferencia a primera vista, pero él, que conocía su cuerpo, notaba el levísimo crecimiento.
Acarició su rostro, y luego donde yacía su gomita. Le gustaba el sobrenombre con el que lo habían bautizado, sin importar su sexo, le quedaba maravilloso. Dejó de observar su teléfono en cuanto un golpe en su puerta lo alertó, a quien fuese, le concedió el permiso.
Alex, la asistente de Elle, entró en su oficina, sonreía con poco de timidez mientras se acercaba con unas carpetas en sus manos.
—Le traído unos documentos que necesitan su firma, señor Walker.
Los tomó de sus manos, y comenzó a leerlos con rapidez antes de dejar su rúbrica, todo estaba en orden, por lo que comenzó a escribir, mientras ella le observaba con detenimiento.
—Hace falta la señora Walker en la oficina, ¿verdad? —susurró esta, aún tímida.
—¿Tan mal jefe soy? —bromeó, sin perderse su sonrojo, muerta de vergüenza.
—Oh, no, no, no. No quise decir eso —aclaró, a lo que Damian sonrió —Solo qué, con al trabajar directamente con ella, me ha enseñado muchas cosas y supongo que le he tomado cariño.
Aquel comentario, rebosante en timidez, le hizo sentirse mucho más orgulloso de su esposa. Sabía cuan dedicada era, no dudaba en que le había dado todo a Alex para que se integrase al equipo de trabajo sin ningún impedimento.
—Tranquila, a mí también me hace falta tenerla por aquí —Le tendió las carpetas de vuelta —¿Es todo?
—Sí, señor —Tomó las carpetas, lista para retirarse, en cuanto sonó un par de golpecitos en la puerta —Ya me encargo —susurro, poniéndose en marcha.