IX

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Elle, imaginando las mil y un cosas que pudieron haberle pasado a Dianne, para que justificase todas sus horribles actitudes en su contra, se dejó llevar por ella hasta el sofá del recibidor de la casa, habían decidido ponerse cómodos, o al menos ...

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Elle, imaginando las mil y un cosas que pudieron haberle pasado a Dianne, para que justificase todas sus horribles actitudes en su contra, se dejó llevar por ella hasta el sofá del recibidor de la casa, habían decidido ponerse cómodos, o al menos intentarlo, para una extensa y difícil conversación.

Se sentaron todos juntos, Elle con Damian a un lado y Dianne al otro, pero mirándose frente a frente, dejando a Daniel en una esquina del sofá, justo al lado de su esposa, a la que miraba aún inseguro de que abrir la herida por completo y exponérsela a Elle era lo que debía hacer, o quizá, era tanto amor que sentía por ella que él solo quería abrazarla, guardala para sí, y que nada más en la vida le volviese a hacer daño.

No había marcha atrás, dentro de sí sentía la necesidad de liberarse, como una especie de terapia, o mejor aún, el primer paso de su nueva oportunidad de vida, y ésta, al ser la tercera quería hacer las cosas mejor que antes, ser una mejor mujer. Tomó una respiración profunda, sintiendo como Elle apretaba su mano infundiéndole valor, y dos de los hombres mas importantes de su vida que le miraban, apoyándola en lo que ella quería hacer.

—Todo pasó hace unos doce años —comenzó nerviosa, con un pequeño nudo en su garganta —Estaba en el penúltimo año, ya Damian y Daniel habían salido del instituto, y la ex novia de Damian, Stephanie, cursaba el último año —Tragó saliva, queriendo refrescar su garganta, pero recordar le asfiaxaba y no lo podía controlar —. Todo era estupendo, la chica me caía bien, era de esas chicas que con todos se lleva, a todos ayuda, casi perfecta, y yo creía que era la novia perfecta para Damian, todos creíamos eso.

—¿Y qué cambió? —le preguntó Elle, al ver que el silencio tomaba la sala.

—Hubo una tarde en que fui a buscarla, me dijeron que la habían visto en los vestidores, ella no jugaba nada, ni le tocaba su clase de deportes, además las canchas estaban vacías, así que me pareció raro y fui a buscarla —Miró a Damian un segundo, aunque sabía que eso ya no le afectaba —Estaba allí follándose a un chico con el que compartía curso, y se dio cuenta que la vi, e inmediatamente nos pusimos a discutir —Cerró sus ojos, conteniendo la rabia que le llenaba al recordar aquello.

»Ahí se calló toda su careta, era una zorra que tenía a todos engañados, y yo no podía permitir que tuviera a mi hermano de juguete, porque yo sabía que Damian la quería de verdad y no se merecía esa asquerosidad. Ella me amenazó con vengarse si yo le contaba a Damian lo que había sucedido.

Se alteró, odiaba hablar de ella, y temblando se secó sus lágrimas.

—¿Y le dijiste a Damian? —La vio asentir, y como una nueva ola de llanto llegaba a ella —¿Te hizo algo? ¿Se vengó de ti?

—Dianne me contó todo —Le respondió Damian, dejando que su hermana tomara un poco de aire —Lo que había visto, lo que se dijeron, y yo fui como un troglodita a terminarla, sin pensar en lo que podía pasar después.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora