XVI

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Aunque estaba aún adormilada, sentía que todo le daba vueltas

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Aunque estaba aún adormilada, sentía que todo le daba vueltas. No podía abrir los ojos, tenía demasiado sueño para hacerlo, tampoco podía moverse, porque los brazos de Damian la tenían envuelta, en realidad todo su cuerpo la arropaba cálida y deliciosamente, y ella no deseaba salir de allí.

Sonrió porque se sentía completamente plena, feliz, de nuevo estaba donde quería, con quien quería. Su cuerpo dolía un poco, pero le encantaba la sensación, así, con los ojos cerrados podía sentir las manos de su jefe, sus labios, otra vez, amándola con vehemencia, con esa fuerza que le caracterizaba, y la indetenenible pasión que llevaba por dentro.

Se removió en sus brazos sintiendo una extraña sensación en su estómago, además de una pequeña fatiga, pero con toda la actividad que habían tenido toda la noche no esperaba sentirse de otra manera. Terminó de dar la vuelta para encontrase con su rostro varonil totalmente relajado por el sueño.

Le dio un beso a su boca, luego a su nariz, y terminó llenándolo de besos, hasta que estos le fueron correspondidos. Damian sonrió encantado de haber recuperado a su mujer, su cenicienta en versión porno, y le devolvió cada uno de los besos, feliz de tenerla en su cama, entre sus brazos. Sin poder contenerse se subió sobre su cuerpo, sin dejar caer su peso sobre ella, y fue así que pudo admirar su hermosa sonrisa.

—Extrañaba esto —Apartó los cabellos rubios de su rostro, y aunque se veía feliz, se dio cuenta que algo no estaba bien —¿Te sientes bien? Estás muy pálida, cenicienta.

Asintió, se sentía bien, aunque sabía que los malestares matutinos estaban a nada de explotar, y tenía mucho más claro lo insistente que se iba a poner Damian sobre ese tema.

—Quiero ir al baño —murmuró, sentía un vacío en la boca de su estomago —Solo por eso te he despertado.

Dejo un beso en sus labios, sintiéndonlos fríos, y aunque no le creía se apartó de ella para dejarla pasar. Observó como se pasaba las manos por la cara, y una vez estuvo de pie salió casi corriendo al baño.

Sin poderlo evitar, al cabo de unos segundos se puso de pie también para seguirla, ni siquiera tuvo que pegar la oreja de la puerta, con tan solo acercarse la escuchó vomitar. Maldijo nervioso entrando al baño, al confirmar lo que creía se arrodilló con ella para sujetarle el cabello y la frente mientras terminaba.

La ayudó a ponerse de pie, al ver que ni siquiera podía mantenerse por sí misma, la sostuvo contra el mesón mientras le lavaba los dientes, y posterior a ello le recogía el cabello en un moño.

—Vamos a ir al médico ya mismo, Elle —La vio negar, y bufó molesto —¡Joder, mirate! —Señaló el espejo donde se reflejaba su palidez —Es evidente que no estás bien, y tus síntomas son de...

—¡No! ¡Sacate esa puta idea de la cabeza! —Abrió la llave del lavabo y se echó agua en la cara, se sentía peor que en cualquier otro momento, y el imaginarse embarazada no le estaba ayudando en nada.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora