XIX

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Elle dio un brinco en su sitio completamente cagada de nervios

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Elle dio un brinco en su sitio completamente cagada de nervios. Lo primero que hizo fue mirar a Dianne, quien miraba a Daniel, que estaba detrás de ella con una cara de querer asesinar al mundo entero.

Tragó grueso, temblando extasiada, al sentir los dedos de Damian enredarse en su cabello, apartándolos de su oreja, y una vez libre su aliento la sacudió al oír su susurro:

—Definitivamente te gusta portarte mal y hacerme molestar.

Estaba furioso, y Elle no podía entender porqué le excitaba tanto, sentimiento que iba a la par de su nerviosismo, el cual la hizo ponerse de pie, quedando frente a él, a escasos centímetros.

—Damian... —susurró, sin saber que decirle, cada una de sus facciones estaban endurecidas, y ella solo deseaba estar con él —Bésame, ¿si?

Bufó, porque sí la quería besar, quería más que un beso, moría por azotarla, por follarla inclemente por jugar con sus sentimientos, sus preocupaciones. La miró morder su labio, nerviosa, con los ojos encendidos en lujuria, y fue lo suficiente para rendirse ante ella.

Él era único que podía morder sus tentadores labios...

La tomó por la mandíbula con rapidez, con ambas manos, y estrelló sus labios contra los de su cenicienta en versión porno. Era un salvaje, posesivo, lo sabía, devoraba su boca con ansias, dejando en sus pétalos rosados cada uno de sus sentimientos, provocándola, y justo cuando sintió que sus piernas temblaban, ante el ímpetu con que la besaba, la tomó por la cintura, apresándola entre sus brazos, pegándola a su cuerpo, disfrutando de convertirla en una exquisita gelatina rellena de eróticos gemidos, los cuales bebía gustoso.

—Joder, Elle —musitó entre besos —Te quiero joder tan fuerte, por ser tan malvada.

Sonrió, enajenada por sus besos, sus palabras, y porque estaba de vuelta el Damian que le gustaba. El imponente Damian Walker, su príncipe pervertido.

—Hazme todo, cariño, todo, menos dejarme con ganas de ti.

Suspiró, agitado, pero con ganas de besarle todo el cuerpo, de hacer todo lo que se había retenido en dos semanas enteras. La pegó contra la barra dejando su muslo entre sus piernas, cerrando todos los espacios posibles entre ellos, y mimoso la tomó del rostro.

—Tengo miedo de lastimarte, y no sé como estar contigo sin querer azotarte, morderte, apretarte, sin desearte con tanta pasión, con tantas ganas... —Se calló, al sentir sus dedos rozar sus labios.

Elle cerró sus ojos, disfrutando de sus palabras, y los cálidos fluidos que entre sus muslos renacían.

—Y yo no espero que me lo hagas de otra forma, Damian Walker —Lo abrazó, urgida de su calor, de su pasión, y enredando sus dedos en su corto cabello susurró sobre su boca —: Y aunque me azotes, me muerdas, y me lo hagas como una bestia, no ha habido ni un solo día que no me hayas cuidado y amado, por eso, mi príncipe en versión porno, siempre tengo ganas de ti, ganas de ser tu cenicienta en versión porno.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora