***SEGUNDA PARTE DE LA DUOLOGÍA ZAPATOS DE TACÓN***
Damian Walker, un hombre enamorado, que lo dará todo por recuperar a su cenicienta en versión porno.
Después del desastroso final de la fiesta de aniversario, Damian y Elle pondrán a prueba la fue...
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Unió sus bocas, está vez dejó el éxtasis de un lado, concentrándose en seducirla, excitarla, solo a ella, para comenzar a saldar toda la deuda que tenía. Sus labios se movieron despacio, al compás de sus manos que le acariciaban el cuerpo, justo como había deseado cada noche desde que habían vuelto.
Solo Dios sabía cuanto le había costado mantenerse a raya, no despojarla de la ropa para hacerla suya, a cada momento, y sobre todo, las veces que ella lo había buscado, pero ahora, no había impedimentos para él, tenía claro que con Elle no podía controlar la pasión desbocada que nacía en su pecho, como un toro, para arremeter contra ella, pero jamás le haría daño, y menos, algo que ella no quisiese o disfrutase.
Se lo juró a sí mismo, en ese instante, mientras la besaba contra la puerta.
Al apartarse de ella, la dejó caer sobre su pies, y sujetó sus muñecas contra la puerta, mientras sus besos corrían por la piel sedosa de su cuello. Se enterró gustoso en el escote de su blusa, llenándose de su dulce aroma, de su sabor, rozando sus labios, soltando chispas de fuego y estaba tan hechizado ante tan magica sensación que no evitó comenzar a desnudarla.
Sacó primero su blusa, y luego se dejó caer de rodillas para sacarle el pantalón, dejándola justo como le encantaba, en ropa interior, tacones, y excitada.
—Mi preciosa cenicienta en versión porno —Posó ambas manos en cada una de sus pantorrillas y aspirando el aroma de su piel ascendió palpando la suavidad de su piel —Eres tan sexy, y toda mía.
Besó su vientre, sobre su ropa interior, acunando entre sus palmas las mejillas de sus nalgas, apretándolas, hasta robarle un gemido, mientras su cenicienta enterraba su dedos en su espesa cabellera, obligándolo a mirarla, y cuando lo consiguió expresó agitada:
—Soy toda tuya, señor Walker.
Mordió su labio, conteniendo la respiración, al verle, sentirle, subir por su cuerpo acariciándola con su lengua húmeda, por todo su vientre, abdomen, y al pasar por sus senos, repartió besos, apretándolos entre sus dedos para seguir hasta su boca y volverla a besar.
Succionó sus pétalos rosados hasta que sus piernas flaquearon, hasta que sus gemidos rompieron en su boca, hasta que el calor entre sus piernas acarició su palma y sus dedos se llenaban de sus fluidos, aunque, le acariciaba suavemente sobre la ropa.
La embriagó de su saliva, de su arte, y en cuanto más perdida en él estaba, se apartó de ella y le dio la vuelta sujetándola por sus muñecas, levantándolas sobre su cabeza, para luego posar sus palmas contra la puerta, manteniéndola firme con una mano, y con la otra, azotarla por primera vez.
Ante aquel doloroso ramalazo de placer, Elle apoyó la frente contra la puerta y arqueó su cuerpo soltando un gemido, justo antes de que se volviese a repetir aquella sacudida en su otra nalga. Su piel ardía, pero le encantaba la rudeza con que su príncipe le azotaba nuevamente, en cada mejilla, llenando el ambiente con el sensual sonido de sus pieles chocando.