XXVIII

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Capítulo dedicado a MagaliWaimann
Ganadora de la primera dinámica del grupo de WhatsApp.
Espero que te guste mariposa.

Envolvió su cuello, justo como el choker, para sujetarla a su antojo, atrayéndola con firmeza en busca de su boca roja, enteramente tentadora, para darle aquel beso que tanto había deseado en todo el día, imaginándola vestida de cuero y sumida ent...

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Envolvió su cuello, justo como el choker, para sujetarla a su antojo, atrayéndola con firmeza en busca de su boca roja, enteramente tentadora, para darle aquel beso que tanto había deseado en todo el día, imaginándola vestida de cuero y sumida entre sus caricias. 

Abrazó sus labios, haciéndole una firme succión, mientras sus manos sujetaban su carne, saboreando la sedosidad de su piel, la hipnotizante dulzura de su boca, una mezcla que le erizaba cada vello de su cuerpo, invitándole a follar cada poro del suyo, frenético, hasta quedar completamente extasiados. Ansioso, recorriendo su abertura con la punta de su lengua, se apartó de ella, trayendo en sus labios un delicado gemido. 

—¡Arrodíllate! —ordenó, agitado.

Lo miró, aún sacudida por el exquisito contacto de sus labios, y en sus ojos, sus facciones, entendió a que iba su petición. Él mandaba, ella obedecía. Llenó de aire sus pulmones, mientras se dejaba caer sobre sus rodillas sin apartar la vista de sus orbes grises sensualmente ennegrecidos en fruición. 

—Siéntate sobre tus talones —volvió a pedir, en un tono más bajo, pero no menos autoritario —Las palmas apoyadas en tus muslos y la vista al suelo. 

Lo complació, mordiendo su lengua para no rechistar a sus pedidos, y el contenerse le causó el nacimiento de un escalofrío en su espina dorsal, sensación que se apoderó de su cuerpo en cuanto sus cimientos temblaron ante Damian, su perverso jefe, que tiró de la cuerda ceñida a su cuello. 

Se mantuvo en su sitio, sin volverse a mirarlo, más no pudo contener el débil gemido que emanó de su garganta. 

—¿Has sido buena chica, mi cenicienta en versión porno? 

Se mordió el labio, interpretando la finalidad de su pregunta... ¿Podría ser buena una chica que le gustaba que la llamaran Cenicienta en versión porno? No tenía respuesta de ello, y ante su silencio, un nuevo tirón la hizo estremecer. 

—Sé educada y responde. 

Se obligó a no mirarlo, no sabía que tenía en mente Damian Walker, y no quería salirse del juego, mantenerse concentrada y quieta, le estaba tomando demasiado esfuerzo. Tragó grueso, y contestó lo que supuso era lo correcto. 

—Sí, señor. 

Su hombría se irguió enseguida bailando hechizado a su melodioso susurro. Su rendición le generaba morbo, tan solo por verla luchar contra sus propios instintos de rebeldía. 

—¿Has pensado en mí todo el día como te pedí? —le preguntó, a causa de su conversación en la mañana.

—Sí, señor...—Cerró los ojos para no mirarle a la cara. 

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora