XLII

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Dos semanas después, tras haber disfrutado cada esquina de Paris volvieron a casa en el jet, ahora de su propiedad

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Dos semanas después, tras haber disfrutado cada esquina de Paris volvieron a casa en el jet, ahora de su propiedad. Como Elle había planificado comenzó su preparación para ser la nueva socia de Damian, tomó cada uno de sus cursos, al igual que aprendía con mucho esfuerzo cada una de las actividades que su jefe realizaba.

Sus días como un matrimonio formal corrieron con premura. Entre ellos seguía predominando el deseo, a causa de sus juegos sexuales que siempre involucraban un par de tacones de zuela roja. Su amor por el otro también se mantenía en auge, Damian se sentía orgulloso de Elle, por los méritos que iba alcanzando a cada paso, además de su dedicación, quería darle todo en cuanto podía, porque se lo había ganado a pulso.

Mientras que su cenicienta en versión se sentía feliz de poder trabajar a su lado, poner su granito de arena para mantener su negocio, ahora familiar, en pleno crecimiento. Admiraba a Damian como jefe, como esposo, y como compañero. Aunque muchas veces su alrededor le hacia parecer que todo había corrido demasiado rápido, ella se sentía completamente segura de cada paso que habían dado juntos.

Juntos habían comenzando una erótica aventura en un camerino de bailarina, juntos estaban creando su futuro, y entre sus pasos coleccionaban vivos recuerdos. Su primer cumpleaños juntos, la fiesta de independencia, Halloween y Navidad.

Estaban por cumplir su primer año de casados, el tiempo que les habían pedido a Dimitris para responder que tal era la vida en pareja, la cual no había cambiado, continuaban felices, con sus altos y bajos, pero profundamente orgullosos de estar junto al otro.

La última semana la habían pasado separados, Damian, junto a Daniel, habían realizado un viaje de negocios por todas sus agencias, mientras que Elle se mantuvo cuidando sus negocios en sus oficinas principales, ya preparada para suplirlos a los dos.

Los dos bajaron del Jet, después de cumplir con su protocolo de salida, cada uno tomó su camino. Daniel iba directo a su casa, donde ya Dianne le esperaba para tomar el almuerzo juntos, ésta seguía frecuentando sus terapias que le habían hecho conseguir perdonarse a sí tras su pasado. Por su parte, Damian volvía directo hasta la oficina, no tenía demasiadas ganas de continuar trabajando, pero sí de volver a ver a su lucifer en tacones.

Aceleró en el volante hasta el máximo permitido, a su suerte la vía estaba despejada, por lo que llegó con rapidez. Saludó a los empleados con los que se fue cruzando, deseando por dentro ser invisible para que nada, ni nadie pudiese detenerlo. La ultima en encontrarse fue a su secretaria, mejor dicho, la secretaria de Elle, ya que ella no había abandonado sus labores como asistente. Le saludó con la mano, y aunque vio en su gesto la intención de querer hablarle, fingió no notarlo para seguir directo hasta la nueva oficina de su esposa.

No tocó la puerta, giró la manija con suavidad, y al abrirla sin hacer el mínimo ruido, se sorprendió con la imagen que le recibió. Sus tacones negros estaban tirados en medio de su despacho, y ella estaba recostada en su sofá, con ambas manos en su cabeza sobando su sien.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora