XXIII

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LO PROMETIDO ES DEUDA, ACÁ ESTAMOS, ANTES DE LAS 24H. ¡DISFRUTEN!


Su primera parada fue en un pequeño, pero lujoso bar de paso, para tomar el desayuno

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Su primera parada fue en un pequeño, pero lujoso bar de paso, para tomar el desayuno. Gofres para ambos, con frutillas, natilla, y sirope de fresa y chocolate, acompañado con una taza de café.

Elle consumía completamente animada cada bocado de su desayuno, se le escaparon un par gemidos, que fueron seguidos de su risa apenada. Estaba encantada, con su compañía, la comida, y el precioso brillo que ahondaba en los ojos grises del hombre que amaba, esos ojos que le daban señales imposibles de ignorar.

—¿Todo bien? —le preguntó, después de limpiarse los labios —Te noto nervioso, demasiado pensativo.

—Lo estoy —le confesó, acompañado de un guiño.

—¿Por qué? —Miró discretamente a su alrededor y todo estaba perfecto.

—Porque te miro y estoy seguro de que quiero pasar cada día de mi vida a tu lado —Tomó su mano, y le dio un beso a su dorso —La sola idea de que no suceda así me pone malo.

Retuvo el chillido que su ternura le produjo, solo hizo un mohín, porque sus ojos eran el reflejo de sus palabras, sentía miedo, y ella no quería que el pensase en eso, también deseaba estar junto a él el resto de su vida.

Sin importar las demás personas en el lugar se inclinó sobre la mesa, dejando su culo en popa, para poder sujetar su rostro por las mejillas y plantarle un beso en los labios. Le succionó, haciéndole sin pudor el amor a su boca, dejándolo pasmado en su sitio, enviándole un mensaje claro sin necesidad de palabras. Lo amaba, quería estar con él.

Agitada, sonrió sobre su boca buscando el aliento que entre los dos se habían robado. Abrió la boca, dispuesta a dejarle claro lo que sentía, pero su jefe puso sus cálidos dedos sobre esta, silenciándola.

—No digas nada por ahora —Acarició su mejilla, y le dio una pequeña sonrisa —Ya tendrás tu momento para responder.

—Te amo, Damian —susurró de todos modos, necesitaba decírselo.

—Y yo te amo a ti, preciosa —Le dio un nuevo beso, y consciente de la situación, susurró — Siéntate, que los tíos de atrás tienen la visión perfecta de mi postre.

—¿Cuál postre? —preguntó con fingida inocencia, haciéndolo arquear una ceja —¿Este postre? —continuó preguntando, moviendo sus caderas, y en consecuencia, su trasero.

Soltó una escandalosa carcajada al ver como su sonrisa desaparecía en un instante. El Damian celoso apreció de inmediato, y ella no podía parar de reír, así que solo lo tomó del rostro para llenárselo de besos.

—Eres una bruja provocadora, Elle —murmuró tranquilo, envuelto en sus besos, su risa.

—Tu bruja provocadora, he ahí la diferencia, señor Walker —Le guiñó un ojo, volviendo a su sitio.

Por tus Zapatos Negros (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora