Capítulo 29

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Capítulo 29: Regalos inesperados y la verdadera cara de Douglas Delacroix.

Yaviv Alabitt.

—Después de que me dijiste que era tu "Roma" —susurro ella.

Por Allah, ¿por qué siempre la hacía sufrir?

—Dafne —trato de defenderme—, me importas más que cualquier cosa en este mundo. Creo que el amor es aceptar al otro con sus defectos y errores, es querer aún sabiendo todo lo malo, sin criticar ni juzgar. No te estoy pidiendo que lo olvides, tan sólo...

—Quiero dormir —me interrumpe.

—No. No vas a dormir hasta que hablemos. Yo no he pasado por todo esto para que esa sea tu respuesta. ¡Es verdad! ¡Soy una porquería! ¡Pero mi corazón te pertenece! ¿Podrías perdonarme?

—¿Tú me perdonaría si yo te hiciera lo mismo?

Dudé unos segundos.

Era cierto.

Pero...

—respondo antes de que piense otra cosa.

Dafne levanta ambas cejas, incrédula.

Muy bien, quería abofetearme a mi mismo en este momento.

Me acerco a ella.

Pero ella retrocede.

Vuelvo a dar un paso.

Y ella cae en la cama, mirándome con los ojos muy abiertos.

—Es muy injusto, Dafne.

—¿En serio? —se queja, cruzando los brazos en su pecho—. ¿Piensas que estoy siendo injusta?

—Es injusto que yo sea tuyo y tú...

—Ah, no... ¡No lo intentes, Yaviv! ¡No trates de manipularme!

Arrugo el entrecejo. Ella es inteligente, a veces pienso que puedo controlar sus actos y sentimientos. Pero en este momento, me doy cuenta de que no quería manipularla, sólo le estoy diciendo la verdad.

Mi corazón le pertenecía, pero había pasado tanto tiempo manipulando a las personas con mis palabras que sin querer lo estaba haciendo con ella.

Estoy consciente que ésta es la primera vez que me enamoro y por eso cometo muchos errores, lo que sucede es que nunca había sentido y ahora que siento tanto, es como si se escapara de mi manos y con todo lo que ha pasado lo reduzco a tristeza. Soy completamente sincero para admitir que estoy triste.

La miro y suspiro, ella aún no deja de levantar su ceja y mirarme severamente.

Y es allí cuando lo recuerdo.

—Sí lo hice —hablo más para mi mismo.

—¿De que hablas?

Te perdoné.

Dafne se levanta de la cama para estar más cerca de mi y mirarme a la cara.

—Tú... estabas enamorada de Eddie y no me importó nada. No me importo que te besaras con él en mi yate, que lo abrazaras, que lo fueras a ver al hospital luego de lo que te hicimos —respiro sólo por una milésima de segundo para seguir hablando lo más rápido posible—. ¡Sí lo hice! Sé que no tiene nada que ver en comparación a lo que yo he hecho, Dafne, pero yo si estoy dispuesto, yo si quiero... ¡Yo te quiero, joder! No te pido que lo superes rápido, pero espero que algún día puedas amarme sin reprocharme nada.

The family Delacroix ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora