The family Delacroix ©

Capítulo 1

Capítulo 1:
El primer reino y el primer trato.

7 de septiembre del 2019.

Dafne.

Ha pasado más de un año desde que no visito a mi familia, fue en julio del pasado año en donde me rompieron el corazón por primera vez. No volví a ver a Andy desde el día en que me enteré que tenía novia, aunque había pasado casi un mes saliendo conmigo.

Siempre venía en vacaciones junto a todas mis hermanas y mis padres a visitar a mi familia paterna. Somos Delacroix de sangre, lo que conlleva a que desde que nacimos tenemos dinero. Mucho.

Los Delacroix se conocen en el mundo, cualquier persona con apellido Delacroix es de un linaje especial, pero a papá nunca le agradó eso y cuando se casó con mamá se apartó del abuelo y mis cuatro tios, y nos fuimos a vivir al otro lado del país.

Comencé a estudiar medicina hacer dos años atrás, actualmente tengo veinte.

—¿Nerviosa? —me preguntó mi hermana Darling. Ella, al igual que Danett eran mis hermanas mayores.

Darling iba manejado su hermoso carro mientras llegábamos a la hermosa ciudad Boring. En donde vive toda nuestra familia Delacroix.

—Ansiosa —corrijo.

—Deberías. Dan y Dash te extrañaron muchísimo estas vacaciones.

Es cierto. Debido a lo que sucedió el año pasado decidí no venir más a esta ciudad, pero sucedió lo que jamás pensé que sucedería.

Mi universidad tuvo una enorme explosión en la facultad de medicina y debido a eso transfirieron a todos sus alumnos a diferentes ciudades.

Para mi mala suerte, este semestre tendré que estudiarlo aquí. En donde menos quería.

—Todo saldrá bien, ya lo verás —me animó Darling mientras conducía por las hermosas calles de la ciudad.

Debería de estar pensando en todo lo que tengo que estudiar. Ser doctora es lo que más había anhelado y todas las noches de desvelo algún día valdrán la pena.

Pero ese pensamiento no deja mi mente. Andy.

¿Y si lo veo? ¿Y si estoy viendo una película en el cine o comiendo algo en algún restaurante y el también esta en el mismo lugar? O peor... ¿Y si está en la misma universidad a la que me transfirieron?

No. No. No.

Dios no puede ser tan injusto conmigo.

Es tan sólo que... Cuanto me gustaría demostrar que soy mas que todos los pedazos rotos que dejo un estúpido. Un idiota. Un imbécil.

Sigo pensando en ello cuando el auto se detiene y me doy cuenta de que hemos llegado. La verja para poder dar paso a la enorme mansion del tío Dino Delacroix estaba cerrada pero uno de los vigilantes se acercó a nosotras.

—¿Qué desea? —pregunta amablemente.

—Somos Delacroix, el tío Dino no espera —habla mi hermana.

—¡Oh, Claro! Señoritas doble D. ¿Cómo no las reconocí antes? Pasen —finalizó el vigilante y así se abrió la verja.

Siempre nos dicen Doble D a cualquiera que sea la persona de nuestra familia, ya que al igual que nuestro apellido, es casi indispensable que nuestro nombre sea por la letra D. Es algo peculiar que nos distingue.

—Te echaré muchísimo de menos -le susurro a Darling.

Nunca había estado fuera de casa por tanto tiempo.