Capítulo 39

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Capítulo 39:
La última batalla.

Sábado. 9 de mayo, 2020.

Yaviv Alabitt.

—Y lo han matado —vuelve a decir Zidan mientras le da un sorbo a su café.

Yo no puedo evitar rodar los ojos, Zidan habla como si se lo estuviera diciendo a él mismo. Estaba tratando de entender todo lo que había pasado ayer. No estaba en sus planes y sorprenderlo era una maravilla.

Estábamos desayunando, junto a Falak, cosa que me molestaba.

—Ya te lo he dicho más de diez veces en las últimas veinticuatro horas, Zidan —digo en un tono irritado—. Manuel está muerto, ¡superalo!

—Aún no lo creo —vuelve a decir—. Tú eras el que decía que no debían morir inocentes. ¿En dónde dejaron a mi hermanito pequeño?

Se siente orgullo y yo quiero darle una bofetada.

—Te dije que no era el mismo de antes —comenté y lo miré—. No me interesa mi antiguo yo. Además, Manuel no era muy inocente que digamos.

—Lo de ayer lo decía en broma —habla con cierta diversión en su mirada—. Lo de asesinar a Eddie y Dafne, sólo quería probarte.

—¿Y?

No tengo ninguna expresión en mi cara, no quiero que dude de mi ni un segundo.

—Estoy bastante sorprendido, pensé que darías tu vida por esa perra.

Siento que estoy apunto de colapsar, pero lo miro como si lo que dijera no me importara en lo más mínimo y dirijo el café a mis labios, el olor invadió mis fosas nasales y tomé un poco.

—¿Y te quedó claro? —mi voz era dura y fastidiada—. Porque me siento como un niño si todos los días intentas probarme.

—Quedó claro.

Él asiente y yo dirijo mi mirada dura a Lucas, quién también asiente y disimula una sonrisa.

—Entonces deja de decir cosas estúpidas y que no harás. Deja de molestarme, Zidan. Porque lo único que pruebas es mi nivel de paciencia.

—Entendido.

Coloco la taza de café en la mesa y al unir vidrio con vidrio hace un sonido estruendoso, para hacer notar mi mal humor. Me sorprende que la taza o la mesa no se rompiera, pero dirijo mi vista rápidamente a las personas que están desayunando junto a mi, para luego mirar mi reloj.

Falta menos de veinte minutos para que comiencen a llegar los invitados que tanto ansiaba ver.

Salgo de la oficina de Zidan, ya que siempre comíamos ahí y camino por los pasillos de la antigua bodega de mi padre.

Está situada en el centro de Boring, en un edificio abandonado, uno de los pocos que están en el centro de la ciudad.

Recuerdo cuando compró éste edificio hace algunos años, Zidan se volvió loco, ya que estábamos en un lugar muy cerca de la policía, un lugar en donde podía haber público cercano y en donde podrían atraparnos.

Pero yo jamás olvidaré la respuesta de mi padre: "Zidan, ¿en dónde puedes esconderte sin ser visto ni buscado? Pues tan sólo detrás de ellos. La policía siempre busca en un lugar remoto, en bodegas lejos de la ciudad, en dónde nadie los puede ver. Es algo lógico para ellos, pero si realmente no quieres ser encontrado, si realmente quieres guardar cosas valiosas y droga importante, escondelo en sus narices. Ellos jamás lo imaginarán".

The family Delacroix ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora