The family Delacroix ©

Capítulo 2

Capítulo 2:
Reencuentros y personas inesperadas.

Dafne.

Me encontraba sentada mirando a la puerta en donde hace no sé cuanto tiempo se fue Dori.

Estaba lo suficientemente arrepentida del trato que acababa de hacer como para pensar en otra cosa que no fuera esa.

¡Estaba loca!

¿Cómo podía aceptar algo tan descabellado como entrar a una banda de maleantes para salvar a mis primos?

Nadie puede ser salvado si no quiere serlo. Eso me lo decía mi padre siempre y tenía tanta razón. No puedo salvarlos si no quieren. Me dispuse a ponerme de pie para cancelar todo lo que me había propuesto mi prima cuando la puerta se abrió de la nada y yo di un pequeño brinco del susto.

—¡HOLA, PRECIOSA! —me grita Dan y es todo lo que necesito para calmarme y correr a darle un abrazo.

—¡Dios mío! ¡Casi me matas del susto! ¿Qué no sabes tocar? —casi grito mientras le abrazo—. Podía haber estado desnuda o qué sé yo.

Me deja de abrazar para darme una cara de asco.

—¡Oh, rayos! ¿Ahora cómo quito esa imagen de mi mente? —confiesa sin dejar de mirarme de mala manera.

No pude dejar de reírme mientras lo abrazo y me aseguro de que esta bien pasando mi mano por su cara hasta llegar a sus hombros. Parezco su madre, pero en estos momentos en lo único que pensaba es que mis primos se habían convertido en maleantes.

—¡Dios, nena! ¡Estoy completo! ¿Qué no me ves?

—Me estoy asegurando de ello.

—Pareces su mamá —refuta Dash mientras entra a la habitación y da un brinco directo a la cama como si fuera suya.

—Es porque me ama más que a ti —le corrige Dan pero yo sé que solo quiere provocarlo.

—En tu mente, idiota. Yo soy su favorito. Aunque mi bonita no diga nada, ¿Cierto? —Dash me mira sólo a mi mientras dice esas palabras y yo no dejo de sonreír.

Estoy tan feliz de tenerlos de vuelta.

Me siento en la mi cama mientras lo miro. Dan hace lo mismo que Dash y se acuesta junto a él.

—Parecen marido y mujer —bromeo.

—Ya quisiera él —canturrea Dan y Dash le lanza un beso sensual con su mano.

Nos reímos de su gesto y comenzamos a hablar de todo: cómo se quemó la facultad de medicina en mi universidad, mis padres, sus padres y de como los mellizos K cada vez estan mas callados que nunca.

—En serio —continúa Dash—. Es tan extraño cuando dicen algo. Es como si entre ellos mimos se comunicaran con la mirada y no necesitaran de hablar con nadie más.

—Tal vez es la etapa de la adolescencia, ¿Cuántos años tienen? ¿Catorce?

—Quince, los cumplieron hace un mes —me aclara Dash.

Y eso solo bastó para que Dan me mirara, sabía lo que preguntaría. Se aclara la garganta para que le prestemos la suficiente atención y dice en tono disgustado:

—Sí, el mes pasado. Mes en dónde debías de haber estado aquí. Me puede explicar, Señorita doble D ¿Por qué no vino en vacaciones?

Estaba un tanto ansiosa, pero si veía a Andy en algún lugar era posible que me diera un ataque de ansiedad o pánico y tenía que contárselo a alguien.