Capítulo 7

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Capítulo 7:
una carta, una confesión y un beso.

Dafne.

Estoy tratando de asimilar todo lo que acaba de pasar pero se me hace imposible.

Jonah: Sugar Baby.

El tío Douglas: nuevo aliado del señor Brown.

El señor Brown: Sugar Daddy.

Jonah: Está aquí.

Dan: Parece idiotizado.

Dash: Bueno... Siendo Dash.

Yo: aún pensando en lo que pasó anoche.

Yaviv casi me besa... Y yo estaba dispuesta a corresponderle... Habiendo besado a su mejor amigo horas antes.

Todo está tan mal.

¡Tan terriblemente mal!

Suspiro luego de colgar la llamada que le hice a mamá como todas las tardes desde que llegue. Esa fue nuestra promesa antes de venir: no importara qué pasara, siempre tenía que llamarla. Estaba bien de salud y papá casi se desmaya cuando le cuento que el tío Dino me echó de su casa.

No había tenido el valor de contarles en la semana lo que sucedió, pero hoy entre tantas cosas que han pasado, no podía quedarme callada.

—¿Todo bien en casa? —pregunta Jonah.

Aún no podía procesar todo el embrollo en que está mi familia.

Jonah es hija de la hermana de mi madre. No es Delacroix, pero es mi prima. La quiero tanto. Pocas veces en la vida hemos coincidido pero siempre nos texteamos y estamos en contacto.

Aunque son contadas las veces que compartimos personalmente, es increíble el afecto que nos tenemos y todo es gracias a una cosa: el celular.

Ese aparato electrónico ha hecho que de algún modo seamos inseparables sentimentalmente.

—Todo bien, Jonah.

—Ahora que estoy aquí, podemos hablar libremente —comienza ella.

—¿Como pudiste involucrarte sentimentalmente con ese hombre? —pregunté sin más.

Estábamos en lo que sería su habitación compartida con el Señor Brown. Iban a quedarse unos cuantos días en la ciudad y el tío Douglas ofreció amablemente su mansion para quien ahora será su nuevo socio.

—Las cosas empezaron a tornarse duras en casa, Dafne. Mamá perdió su empleo por su incapacidad y... Sabes que sólo somos ella y yo.

—¡Por Dios, Jonah! ¿Por qué no me lo habías contado?

—Estabas tan estresada con el incendio en tu universidad que sólo hablabas de ello. No quería ser egoísta en tu sufrimiento.

Un nudo se instaló en la boca mi estómago y no pude sentirme más culpable. Mientras me quejaba por cosas banales ella sufría realmente.

—Era yo la egoísta —aclaré sentandome junto a ella en lo que por ahora sería su cama.

La habitación de invitados carecía de decoración ostentosa pero era muy elegante: paredes blancas, adornos champán, contaba con su propio baño y una pequeña sala con sofás combinados. Todo era acogedor y bonito. Parecía una suite espléndida de hotel.

—Tuve que abandonar la universidad y no conseguía trabajo así que una noche entré resignada a un club nocturno y él estaba ahí. Me invitó una cerveza y acepte porque de igual forma no tenía como pagar una. Empecé a desahogarme sin saber que Brown era el dueño de ese club y muchos bares en la ciudad.

The family Delacroix ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora