Capítulo 8

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Capítulo 8:
Una madrugada y una cita.

Dafne.

Estaba viendo mis pies desde la pequeña bañera del baño de invitados en el departamento de Sofie. Podía ver la hora en el reloj de mi teléfono: marcaban la una con cincuenta, de la madrugada.

Sofie siempre fue aguafiestas. La idea principal era olvidar todos mis males y reírme con ella de estupideces toda la noche, pero, como las pocas veces que he compartido con ella desde que la conocí, luego de una tarde de risas se quedó dormida a las ocho menos cuarto.

Había pasado una eternidad desde que me introduje en la bañera, pero no quería salir de ella. Mi cuerpo estaba entumecido por el frío, pero no me atrevía a dejar de pensar.

Mi mente funcionaba a mil por hora y creaba pensamiento tras pensamiento, idea tras idea, escenarios estúpidos tras escenarios fatídicos.

Yaviv.

Por más que me sorprendía, Yaviv encabezaba mi lista de preocupaciones, su beso y la manera estúpida en como salí corriendo como una niña luego de lo ocurrido, me hacían sentir de la peor manera.

¡Soy una cobarde!

Yaviv debe de pensar que soy un idiota, una arrastrada y que siquiera merezco que me hable, porque estúpida ya sabe que soy.

No debería de importarme, ya que él fue quien me besó y por más loco que suene, es él quien me debe una explicación.

Andy, en su defecto, solo me hacía querer olvidarlo, siquiera me preocupaba, cuando lo único bueno que trajo a mi vida fue advertirme sobre mi familia.

¡Oh, cielos!

¡Mi familia!

Luego de la extraña manera es que sucedieron los acontecimientos esta mañana lo olvidé por completo. Fui rápidamente a la mansión del tío Daniel y busque mis cosas, pero nunca vi a los chicos.

¡Van a hacer pedazos el lugar en donde el tío Douglas guarda sus drogas!

¡Y allí trabajan los chicos!

Salgo de la bañera rápidamente y tomo la bata de baño que está a mi alcance.

Tomo mi teléfono y marco el número telefónico de Dash mientras camino hacia la puerta del baño y me introduzco en la habitación.

Pero quedo completamente paralizada al ver quién se encuentra.

—¿Hola? —dice Dash al otro lado del teléfono.

Pero tenía mi mirada fija en la persona que estaba sentada en el pequeño sofá que se encontraba justo debajo de la ventana.

No podía dejar de ver sus enormes y seductores ojos azules. Era algo que desde hace mucho tiempo atrás me tenía hipnotizada. Él, por otro lado, estaba muy concentrado en el libro que tenía en sus manos.

—¿Hola? ¿Dafne? —pregunta en un tono preocupado Dash—. ¿Todo está bien?

—Sí —me atrevo a decir en un susurro—, hablamos luego.

The family Delacroix ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora