Hoy me he levantado un poco confundida porque he tenido un sueño extraño. Sí, a ver, los sueños, son sueños y a veces son raros de narices. En el mío yo me encontraba físicamente bien y no necesitaba hacer uso de una silla de ruedas para moverme. Era un precioso día soleado y yo paseaba por El Retiro mientras me comía un helado de chocolate de manera despreocupada y miraba a los niños jugar a mi alrededor, cuando de pronto Amelia irrumpe corriendo ataviada con su clásico pijama sanitario.
—Pero... ¿¡Cómo lo has hecho!? —señalándome ahí de pie.
—Es que eres muy buena —respondí yo con voz de niña pequeña y sin rastro alguno de dificultad a la hora de expresarme con palabras.
A continuación estábamos montadas en las barcas y yo era la que remaba porque tenía unos brazos superpoderosos, a lo Popeye. Mientras yo avanzaba, Amelia que estaba sentada delante de mí, le tiraba pan a las pirañas.
—Pitas, pitas, pitas...*
—Amelia, ¿Tú crees que les gusta?
—Les encanta, no ves que sonrisa tienen.
Me despisté por un momento y un golpe fuerte detuvo nuestra barca en seco. Oí un grito y al girarme vi que habíamos chocado contra otra barca, que poco más y la hundimos. Los ocupantes intentaban estabilizarla con dificultad cuando al fijarme bien, me doy cuenta de que son Sebastián y Jose. Que pena no haber ido un poquito mas rápido para que comieran las pobres pirañas.
—A ver si miráis por donde va... —Sebastián se puso de pie—. ¡¡Luisita!! ¡Qué bien te veo! ¿Qué tal estás?
—Bu...
—Nos vamos a casar —interrumpió Jose mientras extendía el brazo para que contempláramos su anillo de pedida, que por cierto era el mio.
—Pues mira que bien. —Me giré para mirar a mi acompañante—. Amelia y yo vamos a adoptar siete gatos y un tigre. No sé si os la había presentado... a mi novia, digo.
Entonces tiré de ella, que casi vuelco nuestra propia barca, para darle un beso lleno de pasión que les dejó con la boca abierta.
En ese momento me desperté agitada. El corazón me latía a mil por hora.
—Hija, ¿estás bien? ¿has tenido una pesadilla?
—Sí,.... bien. Una... pesssa...dilla, sí. Mamá, ¿puedes acer...cccarme el agua?
¡Joder!
A ver, supongo que esto tiene muy fácil explicación. Lo digo porque ayer tuvimos un momento de intimidad, un momento en el que ella me abrió un poco su corazón y hablamos de la razón por la cual se había quedado tristona después de la llamada de su novia. Minutos después se vino abajo y yo quise estar ahí, como ella estuvo para mí. Quizás durante aquella tarde, o incluso antes de dormirme, siguiera dándole vueltas a esa historia y lo triste que estaba Amelia y al final terminé soñando con ella, es normal... y bueno, ella es lesbiana y el subconsciente hace lo que quiere y lo mismo que había pirañas en El Retiro pues Amelia era mi novia. Es sólo un sueño.
Es sólo un sueño.
Hoy por la mañana ha pasado el médico a ver como iba con la rehabilitación y se ha sorprendido gratamente de mis progresos.
—Pues señorita, tengo que felicitarle y a su fisio también, porque la evolución está siendo muy rápida.
—Amelia... mi fisio. —No sé porque dije eso, supongo que si de verdad quería felicitarla, mejor que sepa quien es. Se lo merece.
—Sí, además de buena profesional es una niña tan cariñosa y se porta tan bien con Luisita —aportó mi madre como si de una hija se tratara.
—Claro, claro. Todos nuestros fisioterapeutas son muy buenos y se implican mucho en la recuperación de los pacientes. Son vitales para conseguir la pronta recuperación.
ESTÁS LEYENDO
Eternal Flame
FanfictionUn grave accidente cambia la vida de Luisita para siempre. Todo lo que había planeado en su ordenada vida se desmorona como un castillo de naipes y tiene que aprender a jugar con las nuevas cartas que le han tocado. La vida se ha guardado un as bajo...