Pista 28: Enjoy the silence (06:12)

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—¿Se puede?

Esa voz me sacó de mis pensamientos y me hizo mirar hacia la puerta.

—He visto que ha salido tu madre. ¿Te importa que hablemos? —preguntó Sara mientras mostraba una mueca que quería parecer una sonrisa y parecía más el gesto de dolor de un animal herido.

—No, por supuesto. Ppasa. Siéntate. —Le señalé la cama.

—No, tranquila, estoy bien.

—Tú dirás. —Intentaba acabar con eso lo antes posible.

—No sabía que eras amiga de Amelia. —No se anduvo con rodeos.

—Soy sólo una ppaciente.

—Pero nos ha presentado, por lo que doy por hecho que tú sabes que somos pareja. ¿Me equivoco? —Se movió inquieta.

—Bueno, nos llevamos bien y alguna vez mme ha hablado de ti.

—No quiero que te lleves una idea equivocada de mí.

—¿Por qué lo dices? —Me hice la tonta.

—Bueno, ayer estabas delante cuando estuve hablando de mi novio con tu madre.

—Ah, sí.

—No soy una persona que vaya aireando determinados detalles de su vida y cuando hablé de "mi novio" —hizo una pausa para remarcar bien esas dos palabras,— me refería a Amelia, por supuesto.

—Venga, Sara, no me hagas reír. Eso me lo podría creer si no fuera porque no te lo crees ni tú. Si has tenido que fingir que no me conocías porque te has cagado. A ella la podrás engañar porque te quiere y no se imagina que seas tan zorra, pero no intentes venderme a mí esta imagen de novia buena y santa, sólo porque tienes miedo de que se entere de la verdad. Eres una hija de puta que no se merece estar con una chica tan maravillosa como ella.

Luisita, despierta.

Y en mi cabeza sonaba bien. Habría estado bien decirle eso, pero sabía que sería un gran error que iba a jugar en mi contra. Un animal, cuando tiene miedo, ataca. Ella tenía miedo. Si me enfrentaba a ella, podían ocurrir varias cosas: que le contara la verdad a Amelia, cosa poco probable; que malmetiera entre Amelia y yo hasta alejarla completamente de mí; o que me asfixiara esta noche con la almohada mientras dormía. Entre todas esas opciones, yo apostaba por la segunda. Ella tenía un poder sobre Amelia que yo no podía ni imaginar. Decirle eso me costaría caro. Sería ganar una batalla cuando yo lo que quería era ganar la guerra.

—Por supuesto, es comprensible —le contesté con una falsa sonrisa. Inmediatamente, la tensión de su cara se relajó.— Yo hasta hace un rato no sabía que ttú eras la novia de Amelia —mentí.— La verdad es que ni me acordaba de lo qque hablaste ayer con mi madre —mentí otra vez.

—Bueno, sólo quería decírtelo por si acaso, para evitar malentendidos.

—Tranquila, entiendo que no le cuentas tu vida a la pprimera persona que pasa, y entiendo también que digas lo del novio para no tener que dar más explicaciones. En cualquier caso, ttengo que decir que no sería asunto mío, que no suelo meterme en la vida de la gente —finalicé mi discurso con la intención de que bajara la guardia y no me viera como una amenaza. Dejaría que ella ganara hoy.

—Pues gracias por escucharme y ya me quedo tranquila.

Mi móvil vibró sobre la mesa y la pantalla se iluminó.

—Si mi madre te ppregunta, tú sigue hablando de "tu novio" que ella no sabe nada —le informé mientras dirigía mi mirada a la mesa.

—¿Quieres que te acerque el móvil? —preguntó mirando en la misma dirección.

Eternal FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora