Pista 31: How did I fall in love with you (04:04)

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—Buenos días, cariño. ¿Qué tal has dormido?

Me desperecé mientras mi madre corría las cortinas, dejando paso a los primeros rayos del día. Miré a mi alrededor, a la vez que mis ojos empezaban a acostumbrarse a la luz y recordaba dónde estaba.

—Buenos días, mamá —dije mientras bostezaba. —No tenías que quedarte. Ya estoy en casa. Se suponía que eso os facilitaría la vida a todos y no tendríais que estar tan pendientes de mí.

—No voy a dejarte sola en tu primer día fuera del hospital. —Se sentó en la cama y me acarició el pelo con ternura.

—Pero sólo hoy, por favor. Necesito qque hagáis vuestra vida. Bastante culpable me siento por ttodo lo que habéis hecho y dejado de hacer estos últimos meses.

—¡Luisi! —Entró corriendo la pequeña de la casa y saltó sobre la cama como un torbellino.

—Hola, pequeñaja. —Le hice un hueco a mi lado y le hice un gesto para que se acurrucara conmigo.

Cata gateó hasta alcanzar mi altura y me abrazó muy fuerte con su menudo cuerpecito.

—Pensé que había sido un sueño. —dijo hundiendo su nariz en mi hombro.

—Yo también. Ppero estoy aquí.

—No te vuelvas a ir. —suplicó.

—Catalina, ¿has terminado de desayunar? —preguntó su madre tras mirar el reloj de su muñeca.

—Casi.

—¿Cómo que casi? Corre, que vas a llegar tarde al cole —le dije mientras le daba un empujoncito para que saliera de la cama.

—¿Me llevas tú al cole? —me preguntó con inocencia y con mucha ilusión puesta en cada palabra.

Miré a mi madre, que observaba la estampa mientras recogía, en un cesto, la ropa que me quité anoche.

—Otro día, cariño —contesté sabiendo que aún necesitaba algo de tiempo para acostumbrarme a mi nueva situación.— Venga, ttermina de desayunar, que ahora te ayudo a vestirte —le soborné.

La niña obedeció y salió de la habitación contenta y dando pequeños saltitos.

—No tienes que hacer nada ahora mismo, Marisol se encarga de ayudar a tus hermanos.

—Puedo hacerlo y qquiero. —Le sonreí.

Me incorporé y saqué los pies de la cama. Ella no dudó un minuto en dejar el cesto sobre el escritorio y venir a ayudarme.

—No te ppreocupes, yo puedo sola.

—¿Estás segura? —preguntó con tono de preocupación. —No te vayas a caer.

—Sí, mamá. Estoy bien.

Y la vi dudar en el paso, queriendo acercarse, pero a la vez dándome mi espacio. En su cabeza, una lucha interna entre su instinto de protección y mis deseos de ser completamente independiente. Le sonreí para darle las gracias por no sobreprotegerme, cuando se quedó clavada en su posición, mientras yo cogía la empuñadura del bastón que había dejado al lado del cabecero la noche anterior.

—Voy a meter prisa a tus hermanos y te voy preparando el desayuno —dijo antes de salir del dormitorio.

—Gracias, mamá.

Me quedé sentada unos segundos, observando mi antigua habitación, que aún conservaba vestigios de una Luisita adolescente que se resistía a irse. Mantener mi habitación como un mausoleo había sido la manera que habían encontrado mis padres para guardar un trozo de mí en esa casa, de su pequeña. Estaba casi como la dejé. Todavía, tapizando la pared donde estaba colocado mi escritorio, permanecían algunos de los muchos posters que en su día no dejaban ver el color de las paredes. Hice un repaso rápido sobre aquel mural de música y cine que me retrotraía al pasado, y no pude evitar reírme de algo tan evidente como lo que tenía delante de mis narices en ese momento. No había rastro de personajes o cantantes masculinos, a excepción de uno de Michael Jackson. Lo más parecido a tener a un hombre en esa pared era el cartel de Crepúsculo, donde Edward Cullen estaba prácticamente tapado en su totalidad por otro del grupo Paramore que había solapado cuidadosamente. Y allí estaba reflejada la chica, que de manera inconsciente había elegido a Pink, a Avril Lavigne, a Evanescence, a Taylor Swift, a Britney o Tegan & Sara, por delante de sus versiones masculinas, que había preferido a Kristen Stewart antes que a Robert Pattinson, y que estaba convencida de que le gustaba Zac Efron de High School Musical cuando, bajo mi actual punto de vista, era evidente que quien le gustaba era Vanessa Hudgens.

Eternal FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora