Diez plantas en el hospital y Sara tenía que sustituir a mi enfermera. ¿De verdad? Por un momento pensé que el destino tenía un siniestro sentido del humor.
La verdad es que no era necesario que tuviera ningún tipo de relación con ella, apenas tenía que verla y realmente daba igual verla o no, ya que no teníamos que ser amigas, no tenía que gustarme, no tenía que caerme bien, pero me incomodaba tenerla allí. Ella no me había hecho nada, pero no podía evitar sentir antipatía hacia ella. Parecía amable, parecía profesional, parecía simpática y sin embargo yo no podía sentirme a gusto a su lado.
Lo único que sabía de ella es que era la novia de Amelia y que estaban pasando por un bache en su relación y puesto que a mis ojos, mi fisio no era otra cosa que perfecta, la culpa tenía que ser de Sara. Si alguien estaba haciendo las cosas mal tenía que ser Sara. Si alguien estaba haciendo sufrir era Sara. En mi cabeza no cabía otra posibilidad. Sara. Sara. Sara.
Una semana sin Amelia era horrible. Una semana sin Amelia pero con Sara era infinitamente peor. ¿Qué clase de broma era ésta?
Ayer no le conté a Amelia que acababa de conocer a su novia, tampoco que me iban a dar de alta. Sentía que le ocultaba cosas y quizás le daba yo más importancia de la que tenía o la que le daría ella, que sería ninguna. Aún así, ocultarle información, de algún modo me parecía una traición, era como engañar por omisión. Tenía que pasar pronto esta semana para que Sara se fuera y pudiera dejar de sentir esta culpabilidad absurda.
Por delante tenía muy pocos días de rehabilitación para conseguir levantarme sin ayuda. Si quería sorprender a Amelia, y a mí misma, tenía que apretar con los deberes. He empezado a trabajar mucho más duro está semana en mi habitación. Con la ayuda de mi padre nos levantamos y sentamos una y otra vez, intentando ganar fuerza en las piernas y simetría en la carga. También, sujetándome a él consigo dar algunos pasos por el pasillo aunque me resulta muy duro y acabo realmente cansada cada vez que lo intentamos. Lo conseguiré para el viernes. Después de Amelia, mi padre es sin lugar a dudas, mi fisio favorito.
Estaba empezando a cogerle el gustillo a esta nueva rutina que estábamos adquiriendo de salir a tomar algo fuera del hospital. También empezaba a acostumbrarme a esa sensación de libertad que contrarrestaba a la de encierro que tenía el resto del día.
Hoy hemos ido a merendar, aprovechando que tenía la agenda despejada por la tarde. Había mucha más gente del hospital a esa hora que cuando fui con mi padre por la mañana.
Mi cabeza viajaba allí sentada. Dentro de tres días yo estaría allí con Amelia y sólo de pensarlo notaba que me faltaba la respiración porque por un momento extremadamente breve no seremos fisioterapeuta y paciente, por un momento sólo seremos ella y yo hablando de todo y de nada. Aún no sé cómo sobrevivir a la espera.
—Mamá, ¿crees que ppodrías traerme algo más de ropa?
—Claro que sí, hija, ¿quieres algo en concreto?
—No se si ttienes localizado un vestido largo de color rojo.
—Ah, sí, ¿uno que tiene en las mangas y en la parte de abajo azul?
—Justo ese —le guiñe un ojo.
—Cuando tu hermana trajo las cajas de casa de Sebastián te lavé prácticamente toda la ropa porque venía muy arrugada. Ese vestido lo tienes colgado en el armario de tu habitación. Cariño, si querías que te trajera ropa diferente ¿Cómo no me lo has dicho? Siempre he intentado traerte ropa cómoda para que puedas trabajar mejor y nunca te he preguntado qué querías que te trajera. Perdona, hija.
—No ppasa nada, has hecho muy bien. Sólo necesito ropa cómoda.
—Pues mañana te traigo ese vestido tan bonito. ¿Quieres algo más?
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Eternal Flame
FanficUn grave accidente cambia la vida de Luisita para siempre. Todo lo que había planeado en su ordenada vida se desmorona como un castillo de naipes y tiene que aprender a jugar con las nuevas cartas que le han tocado. La vida se ha guardado un as bajo...