Pista 26: She don't love you (04:29)

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"Mi princesa está en el hospital. Tiene turno infernal de los suyos. No la espero hasta mañana por la mañana."

No puede ser. Debí escuchar mal aquella conversación. No puede ser.

Esta mañana al despertarme, el mismo pensamiento recurrente vino a mi cabeza en cuanto sonó la alarma de mi móvil.

Me costó dormir la noche en la que, sin querer, descubrí algo que yo no tendría por qué saber, pero también me costó dormir anoche. No podía pensar en otra cosa. Tenía la sensación de estar cargando con un peso, que había hecho mío sin serlo.

No me cabía en la cabeza que Sara pudiera engañar a Amelia. Era imposible. No tenía sentido. Amelia era perfecta. Ella era cariñosa, era divertida, era atenta, era amable, era preciosa, era todas esas cosas que quieres en la persona con quien deseas compartir el resto de tu vida. Pensar que Sara podría estar engañándola era un sinsentido. No tenía ni pies ni cabeza.

Sentía como cierta obligación de averiguarlo y decírselo a Amelia, y eso era algo impensable, algo que no podía hacer de ninguna manera.

La Luisita que suspiraba por Amelia se había venido arriba, deseaba creer que lo que había escuchado era real y que no había una perfecta explicación para justificarlo, sin embargo, había otra Luisita a la que se le partía el corazón, que no quería verla sufrir. Yo misma había estado a ese lado, yo también había sido la ingenua parte de un todo que resultó no ser nada.

Pero si esto estaba ocurriendo, ¿lo justo no sería que Amelia lo supiera? Alargarlo no lo iba a solucionar. ¿Por qué Sara le estaba haciendo esto? ¿Por qué no estaba siendo sincera y terminaba con la relación? Por la misma razón que Sebastián no terminó conmigo, en el fondo no quería renunciar a nada. No se trataba solamente de ser desleal, de mentir, de callar, de defraudar, de destruir, de alejar, de dañar... La infidelidad no deja de ser principalmente un acto egoísta, en el que impera sólo el "yo".

Me planteé otros posibles escenarios para justificarlo, porque mi parte menos egoísta y más noble, quería creer que Sara no podía estar haciéndole esto a Amelia. No después de trece años.

Cuando vi la foto que publicó ayer en su Instagram, me invadió una mezcla de ternura y rabia. Tenía tantas ganas de abrazarla a ella, como de partirle la cara a la otra. Ella y su amiga atracándose* de helado de chocolate. Eso podía significar muchas cosas pero para mi significaba que estaba triste. Sara no se la merecía. Puede que yo tampoco, pero era indiscutible que ella, aun sin contarle la verdad, le estaba haciendo sufrir y eso me superaba.

No pude evitar escribirle para confirmar que no me equivocaba, que detrás de esa foto había más de lo que se quería mostrar. No quería interrumpirla, así que intenté ser breve. Sólo quería saber si estaba bien y que supiera que yo estaba ahí, aunque no se lo dijera con palabras.

Hoy quería que el día fuera distinto. No quería volver a pasarme otro día más dándole vueltas a algo que no me incumbía. Era absurdo, pero en cuanto me despistaba aparecía ese pensamiento de nuevo, como si fuera un daño propio, como si yo tuviera que hacer algo y no podía sacarlo de mi mente porque resonaba en bucle una y otra vez.

Tenía que hablarlo con alguien que lo viera desde otra perspectiva. Cogí el móvil y busqué entre mis contactos a la persona con la que desahogarme. A Fede, con lo que le gustaba marujear*, le iba a encantar todo esto.

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Hellooo 🙋🏻‍♀️ 13:48

13:52 Hola bollo!

13:52 Cómo está mi novata favorita?

Pues atacada de los nervios porque mañana voy a merendar con Amelia!!🙈 13:52

Eternal FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora