CAPITULO 31

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Jardines del Agua

Visenya se encontraba volando con Gorgon cuando vio la escuadra militar acercarse con el estandarte de la Casa Targaryen. Aquello le pareció raro. A Dorne se le permitía tener su propio ejército pero, a diferencia de el Norte, el ejército real si tenía permitido entrar en territorio dorniense. Sin embargo, no era muy común ver tropas de la Corona tan al sur, a menos que ocurriese una crisis muy grande, lo cual hizo que se preocupase.

Aterrizó rápidamente para hablar con Rhaena. Esta la tranquilizó diciéndole que se trataba de sus hijos, quienes se dirigían allí para unirse a la comitiva del Príncipe y aquella escuadra era su escolta. Esto alegró a Visenya, quién hacía mucho que no veía a sus primos, ambos dos altos oficiales del ejército real que comandaban su propio batallón y, además, solían ser los principales lugartenientes de Dan en las guerras. Rhaena, además, le dijo que ambos traían una sorpresa.

Entusiasmada, la joven salió a recibirles cuando ambos se encontraban desmontando de sus caballos. Manfrey Martell Targaryen era un apuesto joven de 23 años, de aspecto rudo, alto y de constitución fuerte y musculosa. Su pelo largo era del rubio platino propio de los Targaryen.

Por su parte, Myrcella Martell Targaryen, una bella joven de 21 años, no muy alta pero fuerte y atlética, había heredado más los rasgos dornienses de su padre

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Por su parte, Myrcella Martell Targaryen, una bella joven de 21 años, no muy alta pero fuerte y atlética, había heredado más los rasgos dornienses de su padre. Sus largos cabellos era muy negros y su piel era blanca, pero un poco más oscura de lo normal. Sin embargo, sus ojos eran del color propio de los Targaryen.

Ambos hermanos se alegraron al ver a su prima, quién corrió hacia ellos y les dedicó un abrazo a cada uno

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Ambos hermanos se alegraron al ver a su prima, quién corrió hacia ellos y les dedicó un abrazo a cada uno.

— Qué sorpresa encontrarte aquí, Visenya —dijo Manfrey —. Cuando madre nos dijo en su último cuervo que una de nuestras primas estaba aquí, creíamos que se trataba de Dan.

— Estuvo aquí, pero tuvo que irse a Desembarco.

— Es una pena —dijo Myrcella mientras desenvainaba su espada y se ponía a hacer unos movimientos golpeando al aire —. He aprendido unos cuantos golpes nuevos que me gustaría emplear contra ella. Ahora, tendré que esperar al Gran Torneo para que nos veamos las caras.

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora