CAPITULO 30

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La joven caminaba furtivamente por los pasillos de la Fortaleza Roja, siempre oculta entre las sombras para evitar ser vista por los guardias del turno de noche. Aunque sus ojos, completamente blancos, podían vislumbrarse en la oscuridad. Aún así, pudo deslizarse hasta las cocinas y coger uno de los cuchillos más grandes. Luego se dirigió hacia la zona de la Fortaleza que le habían indicado a quién controlaba el cuerpo de la chica.

En aquella parte de la Fortaleza Roja se hospedaban muchos de los caballeros que habían llegado a la ciudad. Uno de ellos, el caballero que se atrevió a enfrentarse al príncipe para defender a aquella misma chica. El plan era simple, se colaría en la habitación de ese caballero, lo apuñalaría hasta matarlo y luego se quedaría allí hasta que descubrieran a la chica junto al cadáver con el cuchillo ensangrentado en las manos y cubierta por la sangre del caballero. La joven no sabría lo que había pasado cuando la arrestaran y la juzgaran por el asesinato del mismo hombre que la había defendido.

Una venganza muy retorcida ideada por el príncipe Eddard. A quién controlaba a la chica en aquellos momentos le parecía una pérdida de tiempo y un peligro, ya que Kinvara y sus sacerdotisas podrían detectarlo. Si de él hubiera dependido, hubiera hecho que la chica se arrojase desde la ventana de una torre o que se rajara la garganta con aquel cuchillo. Pero, en aquellos momentos, había que cumplir los deseos del príncipe, un mal necesario para poder tener acceso a la ciudad. Ya se encargarían de él cuando ya no lo necesitaran.

Finalmente, llegó a la puerta de aquella habitación y entró cuidadosamente. El lugar estaba completamente a oscuras, pero él podía ver en la oscuridad. Fue por ello por lo que, sorprendido, vio que la cama estaba vacía. Miró por toda la habitación, esta no era muy grande y a penas había sitios donde esconderse, pero no encontró nada. Su armadura estaba en la habitación, pero no sus ropas, por lo que estaba claro que se había ido ¿Pero a dónde?

Mientras estuviera dentro de la mente de esa chica, no podía utilizar sus poderes para saber que había pasado allí, así que se limitó a sentarse en la cama y esperar a que el caballero regresara. Estuvo horas esperando, pero el caballero no regresó. Cuando vio que se acercaba el amanecer decidió que lo mejor era que la chica regresara a su cama antes de que alguien la viera y levantara sospechas. Sabía que el príncipe se iba a enfadar, pero esa noche había sido un fracaso. Ya lo intentarían en otra ocasión.

Regresó a la cama de la chica e hizo que esta volviera a tumbarse en ella y continuara durmiendo. Luego salió de su mente y retrocedió en el tiempo, regresando a la habitación del caballero cuando este se encontraba en ella, desnudándose para meterse en la cama. Unos golpes en la puerta lo  interrumpieron y fue a abrir a ver quién era. Al otro lado de la puerta, un soldado de la Guardia Real le dijo que tenía que ir con él. El caballero asintió, se vistió de nuevo y se largó de la habitación junto con el soldado.

Quiso seguirle pero, cuando abrió la puerta, se encontró con un muro de fuego que le cortaba el paso. Era el poder del Señor de la Luz, el cual Kinvara y sus sacerdotisas estaban potenciando desde el Templo Rojo. El lugar al que hubiera ido aquel caballero estaba protegido y le era imposible acceder a él. Así que se maldijo y se largó de allí, no fuera que en el Templo Rojo lo detectaran.

***

El caballero seguía al soldado de la Guardia Real por aquel pasillo que parecía no tener fin. Estaba muy extrañado, al igual que nervioso. No sabía dónde le llevaban ni quién le había hecho llamar, pero debía ser alguien importante para enviar a la Guardia Real.

Llegaron hasta una pequeña puerta que el soldado abrió con una llave. Esta daba a una especie de jardín privado, lleno de árboles, setos y un pequeño estanque junto al cual había un pequeño pabellón. Hasta allí le llevó el soldado. El caballero pronto pudo ver que allí había alguien más, una persona cubierta con una capa y una capucha. El soldado le indicó que se colocará frente al encapuchado y eso hizo. Este se quitó la capucha y el caballero se sorprendió al ver que se trataba de Dan.

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora