CAPITULO 20

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En el lugar donde se erigió el Gran Septo de Baelor antes de que Cersei Lannister lo hiciera volar por los aires con fuego valyrio, se erigía el Gran Templo Rojo de Desembarco del Rey, construido por orden de Daenerys Targaryen en agradecimiento a R'hllor y para compensar la destrucción del Templo Rojo de Volantis, destruido por los volantís como represalia por haber ayudado a la Reina Dragón. De hecho, este templo era una réplica casi exacta de aquel y era el nuevo hogar de Kinvara, suma sacerdotisa del Señor de la Luz.

A ella era a quién se dirigía a ver Daenerys en compañía de Tyrion. La reina caminaba hacia el interior del templo sin que nadie le impidiera el paso. Los soldados de la Mano de Fuego con los que se encontraba se echaban a un lado y los sacerdotes rojos y sacerdotisas rojas se inclinaban a su paso. Dentro del templo se repetía la misma escena. Daenerys caminaba sin ningún temor, pero Tyrion si estaba algo más temeroso, aunque lo disimulaba. El enano sabía que, si no fuera por su reina, no se mostrarían tan hospitalarios con él y, mucho menos, le permitirían llegar al final del trayecto.

Este era el gran salón, donde la suma sacerdotisa se encontraba mirando una hoguera que había en el centro. Habían pasado más de tres décadas desde que ella y la Reina Dragón se conocieron, pero la mujer aún conservaba su apariencia joven de entonces. Esta sonrió cuando escuchó la puerta doble abrirse detrás de ella.

— Os estaba esperando, majestad —dijo sin tan siquiera girarse —. Habéis llegado pronto.

Se dio la vuelta, encontrándose a Daenerys y Tyrion muy serios. Detrás de ellos se veía a los soldados de la Mano de Fuego que habían abierto las puertas volver a cerrarlas de nuevo.

— El Consejo Privado de hoy ha sido bastante agitado —afirmó.

Daenerys puso los brazos en jarras antes de comenzar a hablar.

— Podrías asistir alguna vez. Os nombré Consejera de los Rumores por algo.

La mujer puso una sonrisa burlona.

— Ya sabéis que mi presencia pone nerviosos al resto de miembros. Además, no necesito estar presente para enterarme de lo que ocurre.

— Y supongo que sabrás lo que ocurre.

Kinvara asintió.

— Bran ha vuelto. El Cuervo de Tres Ojos quiere recuperar lo que cree que es suyo.

— Y , lo que es peor, sabe despertar y manejar a los muertos, como el Rey de la Noche —la reina empezó a mostrarse más inquieta —. ¿Cómo es eso posible? ¿Y cómo es que tiene a su servicio hombres tan fanáticos que hasta se castran ellos mismos?

Kinvara alzó las manos en señal de paz.

— Calmaos, mi reina, vuestras preguntas serán respondidas.

Daenerys se calmó un poco.

— Bien. Empecemos por lo más importante ¿Cómo puede manejar a los muertos?

Kinvara se encogió de hombros.

— No tengo una respuesta clara a eso, mi reina. La única respuesta que se me ocurre es que el Rey de la Noche se lo enseñó.

Daenerys y Tyrion arquearon las cejas a la vez.

— ¿Cómo es eso posible? —preguntó el enano.

— Mientras se formaba con el anterior Cuervo de Tres Ojos, descubrió que su mente y la del Rey de la Noche se podían conectar. Además, durante la batalla de Invernalia, ambos se encontraron frente a frente.

Daenerys frunció el ceño.

— Pero, solo fueron unos segundos. Arya Stark mató al Rey de la Noche antes de que este pudiera hacer nada.

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora