CAPITULO 24

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Tierras del Eterno Invierno

Daenerys se adentró en aquel paisaje helado junto a Drogon, Daario, Kinvara y trescientos Inmaculados dispuestos a seguir a su reina hasta el mismísimo infierno.

Y no se equivocaban, porque el lugar donde se adentraron era un auténtico infierno. Un infierno helado donde permanecerían dos años enfrentándose a multitud de peligros mientras buscaban a un escurridizo Bran que no paraba de lanzar espectros contra ellos. Y no solo espectros, también grandes bestias, como lobos huargos, osos polares o mamuts, y hasta algunos gigantes. Esto hacía que la expedición sufriera muchas bajas, pero lograban abrirse camino gracias a la ayuda de Drogon y al valor y la determinación de los Inmaculados. También a la ayuda de Kinvara quién, a pesar de los peligros, se mostraba siempre tranquila y confiada, algo que irritaba a Daenerys.

Lograron encontrar los escondites del Cuervo de Tres Ojos, pero este siempre lograba irse antes de que llegaran, dado que tenía ojos en todas partes y sabía cuando se estaban acercando. Bran era un tullido, así que alguien le estaba ayudando a escapar. Debido a las huellas que encontraban en las cuevas en las que se escondía, esa persona era alguien de gran tamaño, no un gigante, sino una persona enorme capaz de transportarle sin problemas por aquel territorio helado.

El hecho de que Bran se les escapara continuamente hizo que la expedición se alargara y que se adentraran más en aquel lugar tan inexplorado que ni había sido cartografiado en los mapas, donde no solo Bran y sus espectros representaban una amenaza. El clima cada vez era más frío y las tormentas de nieve cada vez eran más frecuentes. Las provisiones que llevaban se acabaron y cada vez encontraban menos animales para cazar. Daenerys se vio obligada a dejar libre a Drogon para que se buscara su comida, pero eso le hacía estar ausente días enteros en los que la expedición quedaba más expuesta. No obstante, Daenerys prefería eso a que su hijo muriera de hambre. También tuvo que tomar otras duras decisiones para evitar que la expedición muriera de hambre, como permitir que se comieran los caballos y, cuando estos se terminaron, comerse a los miembros de la expedición que iban muriendo.

Finalmente, tras dos años de búsqueda, lograron dar con Bran en algo que creyeron que jamás iban a encontrar en ese lugar, las ruinas de lo que fue una fortaleza y que debían estar allí desde miles de años antes de la Edad de los Héroes. Lo más raro era que aquellas ruinas estaban construidas con una extraña piedra negra aceitosa. Ya se habían encontrado más construcciones hechas con esa piedra en Poniente y los demás continentes y Daenerys conocía las historias que circulaban alrededor de ellas. Le extrañó mucho encontrar aquellas ruinas en un lugar como ese.

Sin embargo, lo que importaba en aquel momento era Bran, quién se encontraba allí dentro, en vista de los espectros que custodiaban el lugar. Daenerys no entendía por qué, esta vez, había decidido no escapar. Quizá se había cansado de huir o puede que planeara algo, pero aquello no hizo que la Reina Dragón desistiera de ir a por él. Mientras por fuera se producía una terrible batalla, Daenerys y Daario lograron entrar en la fortaleza, encontrando a Bran en lo que antaño fue la sala del trono, sentado en un trono hecho de huesos. Junto a él había un espectro de gran tamaño, alguien que en vida fue un hombre muy grande. Los espectros no podían hablar, pero aquel ser movía la boca continuamente y siempre parecía repetir sin voz la misma palabra.

 Los espectros no podían hablar, pero aquel ser movía la boca continuamente y siempre parecía repetir sin voz la misma palabra

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— Fue el primer muerto al que logré despertar —se mofó Bran —. Me sirvió fielmente en vida y ahora lo hace en la muerte.

Bran lanzó al enorme espectro contra ellos, portando un gran hacha de piedra. A Daenerys y Daario les costó mucho, pero lograron acabar con él tras una espectacular pelea. Ambos se sintieron vencedores en ese momento, pero ignoraban que Bran tenía un as en la manga. Había un segundo espectro que había permanecido escondido en las sombras con una espada en la mano hasta que Bran le ordenó atacar. Daario fue el primero que lo vio y logró salvar a Daenerys en el último momento, pero lo hizo poniendo su cuerpo como escudo.

Después de dar muerte al espectro con su espada, Daenerys lloró desconsolada sobre el cuerpo sin vida del que era su último gran amor, de la misma forma que lo hizo sobre el cuerpo de de Jorah Mormont en Invernalia o el de Jon Snow en Desembarco del Rey. Todo ello mientras Bran se reía con fuerza desde el trono. Furiosa, Daenerys cogió de nuevo su espada y caminó lentamente hacia él fulminándole con la mirada.

— No puedes vencerme, Daenerys —decía entre risas —. Puedes matarme, pero no vencerme. Soy el Cuervo de Tres Ojos.

Antes de que Daenerys llegara hasta él, se quedó en silencio y puso los ojos en blanco. Daenerys no se lo pensó y lo decapitó de un rápido golpe con la espada. Fuera, los espectros que defendían la Fortaleza cayeron inertes ante los asombrados ojos de sus oponentes. Drogon y Kinvara miraron hacia la fortaleza, por cuya puerta principal apareció Daenerys con la cabeza de Bran en una mano agarrada por sus negros cabellos. Aún tenía los ojos en blanco, pero aquello no impidió que la Reina Dragón se sintiera satisfecha, puede que Bran hubiera escapado con su poder de cambiapieles, pero jamás volvería a su cuerpo original.

Después de aquello, Daenerys dio la expedición por finalizada y ordenó el regreso a casa. Antes, guardó la cabeza de Bran en una bolsa e hizo que Drogon abrasara el resto del cuerpo. También ordenó que envolvieran el cuerpo de Daario en una manta y lo montaran sobre Drogon, asegurándolo con cuerdas. Quería llevarlo de vuelta a Desembarco del Rey y quemar el cuerpo siguiendo el rito funerario de los Targaryen.

El viaje de regreso tampoco fue nada agradable. A los huargos y los osos polares se unieron seres que, hasta el momento, habían sido legendarios y que la presencia del Cuervo de Tres Ojos en la zona los había mantenido alejados. Estos eran los gigantes de hielo o esas gigantescas arañas que se decía que eran montadas por los Caminantes Blancos. Pero, lo peor fueron los Sabuesos Infernales, los cuales provocaron más bajas en lo que quedaba de la expedición. Lo bueno de aquello era que Daenerys supo que sus hijos dijeron la verdad cuando viajaron por primera vez al norte.

Cuando tenían 19 años, Lyanna y Rhaegar acudieron a las tierras de Más Allá del Muro en sus respectivos dragones para investigar a una extraña bestia que estaba atacando varias aldeas del pueblo libre y que a Sansa le estaba costando contener, de ahí que pidiese ayuda a la Corona. Tras varios días de búsqueda, lograron encontrar a la bestia y darle muerte cerca de un río, pero el cuerpo se perdió en las aguas. Cuando regresaron, ambos afirmaron que la bestia era un Sabueso Infernal; jamás habían visto uno, pero los conocían de los libros. Sin embargo, no se les creyó, se pensó que habían sufrido una alucinación por el frío y que lo que habían matado era en realidad un huargo con la rabia. Daenerys los creía, pero más por amor de madre que por otra cosa. Ahora, sabía de cierto que decían la verdad.

Pese a los muchos peligros, lograron llegar al Muro de Hielo. La expedición había sido un éxito, pero a un alto precio. Daario había muerto y, de los trescientos Inmaculados que les acompañaron, solo regresaron seis. Al menos, murieron protegiendo a su reina y la mujer que los liberó, lo cual fue un honor para ellos. Incluso fue un honor para ellos servir de alimento a su reina y a sus compañeros después de morir.

Kinvara y los inmaculados supervivientes regresaron a Desembarco del Rey en barco desde Guardiaoriente junto al cuerpo de Daario, pero Daenerys se pasó por Invernalia con Drogon para mostrarle la cabeza a Sansa.

— ¿Crees que está muerto? —preguntó Sansa con la mirada fija en la cabeza, colocada sobre la mesa de la habitación donde ambas se reunían en privado.

Daenerys se encogió de hombros.

— Desconozco si los cambiapieles pueden quedarse permanentemente en otros cuerpos. Pero, con Bran te puedes esperar cualquier cosa. Eso si, no hemos vuelto a ver más espectros desde que lo decapité y su ausencia hizo que varias criaturas legendarias que no habíamos visto hasta entonces aparecieran. Si aún está vivo, debe haberse ido bien lejos.

— Al menos, tenemos una cosa clara. Ese monstruo ya no volverá a ser mi hermano.

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora