CAPITULO 16

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Jardines del Agua

Durante su estancia en Dorne, Rhaena se hospedaba en los Jardines del Agua, los cuáles le había cedido gustoso el Príncipe de Dorne, Loras Martell. Rhaena se casó con el hermano menor de este, con quién tuvo dos hijos, que en esos momentos se encontraban en el Ejército Real. Pero, este falleció durante la guerra contra Volantis, en la que ambos participaron. Rhaena se trasladó a Lanza del Sol junto con los restos de su esposo para que recibiera los ritos funerarios dornienses. Solo tenía previsto quedarse unos días, pero terminó por no regresar a Desembarco del Rey y permanecer en Dorne de forma indefinida.

Ella siempre decía que lo hacía por lo mucho que le gusta ese lugar. Sin embargo, son muchos los que creen que ella y Loras son amantes y que el príncipe dorniense se desplaza en secreto hasta los Jardines del Agua para sus encuentros clandestinos.

Dan había escuchado más de una vez sobre estos rumores, pero nunca le preguntó a su tía sobre ellos. En aquellos momentos, ella y Rhaena paseaban por los jardines.

— ¿Cuando te vas? —preguntó Rhaena.

— Mañana. Dejaré que Drogon descanse un día más, le he dado mucho trajín estos días.

— La que deberías descansar eres tú. Deberías quedarte unos días más y marchar a Desembarco conmigo y la comitiva dorniense. El Príncipe tiene previsto salir la semana que viene para la celebración del Centenario.

— Gracias por la ofrenda, pero estos no son momentos para tomarse vacaciones. El país está siendo amenazado y he perdido a un amigo.

— Razón de más para descansar unos días y reponer fuerzas. Este lugar es ideal para tomarte unos días de descanso y no tendrás problemas para encontrar compañía. Aunque —sonrió de forma picarona —, ya dispones de buena compañía. Tú y tu amiguita dorniense hicisteis mucho ruido anoche. Creo que se os debió oír hasta en Lanza del Sol.

Dan soltó unas carcajadas.

— La próxima vez seremos más discretas.

— Tranquila. Estás en Dorne y aquí lo tuyo se ve como algo normal. Aquí el bicho raro soy yo por preferir solo la compañía de hombres. La hermana del Príncipe dice que me pierdo la mitad de la diversión. Lleva tiempo queriendo meterse en mi lecho.

Ambas rieron mientras continuaron paseando.

— Te agradezco el ofrecimiento pero, hasta que no sepa a lo que nos estamos enfrentando, no estaré tranquila. Espero que sea verdad lo que decía mi padre de contarme la verdad cuando regrese.

Continuaron con la charla y el paseo cuando Alyra apareció y se dirigió hacia ellas. Estaba preciosa con un vestido dorado dorniense, muy escotado y con la falda abierta por ambos lados, enseñando sus hermosas piernas.

— Mejor os dejo solas —dijo Rhaena con una sonrisa de complicidad mientras le guiñaba un ojo.

Se largó hacia el interior del palacio mientras Dan y su bella amante se encontraban. Dan no quiso esperar, la agarró por los brazos y la llevó hasta uno de los árboles, poniéndole la espalda contra el tronco y dándole un apasionado beso en los labios.

— Nos van a ver —dijo la joven dorniense cuando terminó el beso.

— Estamos en Dorne ¿no? Aquí esto es normal — respondió Dan con una maliciosa sonrisa.

— Pero, la gente habla y las habladurías podrían llegar hasta la capital.

— Me da igual. Ya estoy cansada de secretos con mi familia —volvió a besarla. Esta vez, en un beso más largo y apasionado, mientras sus manos empezaban a acariciarla por encima del vestido —. Bonito vestido, por cierto.

— Gracias, me lo regaló vuestra tía.

— Pues estoy deseando quitártelo — empezó a pasar sus labios por el cuello de la joven dorniense, quién cerró los ojos y se puso a gozar.

Sin embargo, aquel momento de pasión no duraría mucho. Una sombra pasó sobre ellas, sobresaltándolas. Miraron al cielo y vieron que se trataba de un dragón dorado, bastante más pequeño que Drogon y Dardo. Alyra no lo había visto nunca, pero Dan rápidamente reconoció a Gorgon, el dragón de su hermana Visenya.

El dragón aterrizó en una parte de los jardines donde no habían muchos árboles y era utilizada para que los dragones descansaran. Drogon y Dardo estaban allí, recibiendo con rugidos a su hermano. En cuanto el dragón aterrizó, Visenya bajó de él. Iba vestida con su ropa de montar y llevaba colgada una bolsa al hombro. Dan llegó hasta allí en compañía de Alyra y corrió a abrazarse a su hermana.

— Cómo me alegra verte, hermana ¿Qué haces en Dorne?

Visenya no se atrevía a contestar. Pero, no le fue necesario, Dan lo averiguó enseguida.

— Te ha enviado padre ¿Verdad?

Visenya asintió muy seria.

— Quiere verte cuanto antes. Dijo que estarías enfadada y me envió a mí porque sabe que no me rechazarías.

Dan sonrió y le acarició una de sus mejillas.

— Y no se equivoca. Jamás rechazaría a mi hermana pequeña.

— Entonces ¿Vas a volver a Desembarco?

— Tenía pensado regresar mañana y tener una charla con él y con la abuela. No era necesario que vinieras.

— Padre no solo me envió para eso. También quería que te entregara esto —sacó de la bolsa un libro y se lo entregó. Dan lo cogió y lo miró extrañada.

— ¿De donde lo ha sacado? Este libro no es de la biblioteca de la Fortaleza Roja.

Visenya se encogió de hombros.

— No me dijo nada. Tan solo que debía entregártelo y que debía tener mucho cuidado con él.

Dan lo abrió y sus ojos se abrieron mucho al ver el título.

— ¡Es el diario de Daenerys Targaryen!

Tanto Visenya como Alyra arquearon las cejas.

— No sabía que nuestra bisabuela había escrito un diario —dijo Visenya.

— Yo tampoco —respondió Dan con la mirada fija en el libro.

Visenya pronto se dio cuenta de que algo pasaba, pero no quiso preguntar.

— Bueno. Yo ya he cumplido. Voy a ver a la tía Rhaena.

Se marchó de allí dejando a Dan y a Alyra solas. Dan siguió a Visenya con la mirada y, en cuanto esta desapareció, se volvió hacia Alyra con una maliciosa sonrisa.

— ¿Sabes que, Alyra? Últimamente estoy algo tensa. Creo que voy a necesitar un buen masaje...

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora