CAPITULO 22

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Desembarco del Rey

Daenerys y Daario regresaron a la capital a lomos de Drogon. Tyrion y el resto de consejeros esperaban ansiosos a su Reina para que les diera noticias de lo sucedido en aquella aldea. Aunque, lo que esta les contó no se diferenciaba mucho de lo que les escribió en el cuervo que les había enviado.

Los Seguidores estaban muertos; o, al menos, la mayoría de ellos. Todos los que huyeron de la aldea perecieron bajo el fuego de Drogon, que se dio un festín con sus abrasadas carnes. Por desgracia, El Profeta había logrado escapar, al igual que Renly Tarly. Daario no pudo desbloquear la puerta solo. Recibió ayuda cuando la guardia personal de Talla Tarly y la guarnición del ejército real que protegía aquellas tierras llegaron como refuerzo, pero para entonces ya había pasado demasiado tiempo. Daario y un grupo de soldados se introdujeron en el pasadizo, el cual llegaba hasta un bosque cercano. Allí no encontraron nada, pero había huellas de cascos y excrementos equinos que indicaban que los fugitivos tenían caballos esperándolos, por lo que ya deberían estar lejos de allí.

Daario siguió el rastro, el cual se dirigía hacia el oeste, pero las huellas se dividían más adelante, hacia el norte y hacia el este, dando a entender que El Profeta y Renly habían tomado caminos distintos. Varios exploradores fueron enviados a seguir ambos rastros, pero solo encontraron la máscara y la túnica de El Profeta en el rastro que se dirigía hacia el norte. Sabían donde se dirigía, pero nadie sabía que aspecto tenía, por lo que podía pasar perfectamente desapercibido. Renly sería más fácil de encontrar, ya que mucha gente en el Dominio le conocía. Además, sabían que se dirigía hacia el este, seguramente a buscar un barco que le llevara a Essos. Era cuestión de tiempo que alguna patrulla lograra capturarlo.

Por desgracia, Bran también lo pensó y también pensó que era un cabo suelto, puesto que su cadáver fue encontrado cerca de un camino que se dirigía a las Tierras de la Tormenta. Se había matado a si mismo cortándose el cuello; o, más bien, Bran lo había matado poseyendo su cuerpo y haciendo que se matara, deshaciéndose así de un problema.

Fue Daenerys quién lo encontró. La reina había salido también a buscarles con Drogon y tan solo pudo encontrar el cuerpo del primogénito de Talla. Le hubiera gustado dárselo de comer a su hijo, pero prefirió devolverle el cuerpo a Talla y que ella decidiera que hacer con él. De haberle ejecutado ella misma hubiera sido diferente, no hubiera mostrado compasión con él, como tampoco la mostró en su día con su abuelo y con su tío.

Al regresar a Colina Cuerno estaba tan frustrada que solo se calmó haciendo el amor con Daario en los aposentos que Talla les había prestado. Daario tuvo que hacer un gran esfuerzo para complacer a su reina, puesto que él ya no era el joven que solía ser, pero ella, pese a su edad, seguía siendo igual de fogosa que cuando era joven.

"Suerte tienes de estar muerto, Jon —pensaba él con sarcasmo, tumbado en la cama boca arriba mientras la reina lo cabalgaba.

Tras reponerse, regresaron a Desembarco del Rey después de dejar en manos de Talla y el general que lideraba las guarniciones en la zona arreglar y encubrir todo aquello.

***

Daenerys reunió rápidamente al Consejo Privado para evaluar la situación. Los Seguidores habían sido aniquilados pero, con Bran y El Profeta fugados, aún había peligro de que la secta volviera a alzarse.

— Hay que impedirlo a toda costa —decía Daenerys —. Hay que poner en alerta al ejército y a todos los señores de los Siete Reinos. También hablaré con Kinvara para que movilice a sus espías y utilice sus poderes. Cualquier indicio que apunte a un resurgir de esa secta debe ser aplastado inmediatamente.

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora