CAPITULO 34

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Habían pasado unos días en los que no ocurría nada. Sin embargo, aquello no tranquilizaba a Dan. Sabía que el enemigo estaba ahí fuera maquinando algo y era cuestión de tiempo que actuasen. Por ello no quería bajar la guardia, ni tan siquiera mientras se divertía durante los festejos. Las buenas noticias eran que la Reina ya se encontraba mejor. Aunque solo abandonaba sus aposentos para los actos públicos, se la veía estable y pasaba el tiempo leyendo los libros que Dan le llevaba cuando iba a verla todas las mañanas.

Aquel día, tras un nuevo y exhaustivo registro de la ciudad junto a los capas doradas y supervisar en persona un gran cargamento de vino del Rejo para que no se repitiera lo ocurrido en Bastión de Tormentas, regresó a los festejos. Fue de nuevo al lugar donde iba a celebrarse el gran torneo, donde los jóvenes de las distintas casas de Poniente continuaban entrenándose.

Ese día, el lugar estaba muy concurrido y la mayoría de la gente se aglomeraba en torno al campo de entrenamiento de la Casa Blackwater. Dan al principio creyó que la gente había ido allí a ver a Lord Garth, quién era un excelente guerrero y ya había dado buena muestra de ello en aquel campo de entrenamiento. Sin embargo, al llegar allí vio que quién combatía no era Lord Garth, sino una joven de 27 años que, en aquellos momentos, combatía espada en mano con hasta cinco caballeros. Dan quedó impresionada, pero no solo por las excelentes dotes de guerrera de la joven mujer, quién era todo un regalo para la vista, poseedora de una gran belleza, con unos profundos ojos azules y una larga cabellera castaña hondeando al viento, además de un atlético y voluptuoso cuerpo que Dan ya estaba deseando tener en sus manos.

 Dan quedó impresionada, pero no solo por las excelentes dotes de guerrera de la joven mujer, quién era todo un regalo para la vista, poseedora de una gran belleza, con unos profundos ojos azules y una larga cabellera castaña hondeando al viento, ...

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— ¿Quién es? —preguntó con curiosidad al soldado de la Guardia Real que la acompañaba.

— Es Melissa Blackwater, la primogénita y heredera de Lord Garth.

Dan lo miró ceñuda.

— No recuerdo haberla visto en la comitiva cuando llegaron a la ciudad.

Dan recordaba a Lord Garth entrando a caballo en la Fortaleza Roja seguido por sus dos hijos menores, Enola Blackwater, de 25 años, y Lyonel Blackwater, de 21 años. Ambos se encontraban allí en aquellos momentos, viendo luchar a su hermana mayor.

— Es que no llegó con la comitiva —le respondió el soldado —. Llegó ayer, acompañada por su guardia personal, las Red Sparrows.

Dan había oído hablar de ellas. Lord Garth recogió siete niñas huérfanas de distintos rincones del Dominio y las llevó a Altojardín, donde fueron entrenadas duramente hasta convertirlas en unas máquinas de matar. Luego, se las entregó a su primogénita como regalo por su decimosexto día del nombre. Eran excelentes con la espada y formidables con el arco y estaban dispuestas a dar su vida por proteger a Melissa. Sin embargo, se rumoreaba que sus labores iban más allá de hacer de guardaespaldas, siendo también utilizadas para el espionaje e, incluso, para el asesinato. Hasta se decía que las habían adiestrado en el arte de la seducción.

El Legado de la Reina Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora