Capitulo 20: maldiga, gima y tiemble

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Empujo sus caderas aumentando la presión y mi cuerpo se tenso aun mas, me beso lentamente deslizando sus dedos mis costado tomando mi muslo para que lo envolviera a su alrededor, profundizando mas no pude contener el jadeo, dolía, dolía como el mismo infierno. Jamás encajaríamos, avanzo un poco más y lo detuve, la sensación de desgarro era muy fuerte. Detuvo sus movimientos y me miro muy atentamente, sonrió pero podía palpar la tención en su mandíbula.

Deslizo su pulgar por mi pezón mientras me besaba. — Eres perfecta, nena, increíblemente perfecta.

—Adam yo... yo...

— ¿Quieres que me aparte?— pregunto con una sonrisa dulce.

No, realmente no quería que se apartara por lo que negué con la cabeza, me beso lentamente de esa forma que me hacía perder la cabeza entre sus besos y como acariciaba mi pecho casi había olvidado el dolor y el avanzo mas

— ¿Estás bien? —Su voz es ronca, gracias a la mezcla de placer y preocupación.

—Sí— le contesto en poco más de un murmullo.

El calor se despliega entre mis piernas y late al mismo ritmo que mi acelerado corazón. Unas gotas de sudor salpican su frente y los músculos de su cuello se tensan, es como si estuviera luchando por no perder el control.

—No quiero hacerte daño. —dijo con la voz un poco quebradiza.

De hecho ha dejado de moverse por completo. Su erección ni entra, ni sale está simplemente... inmóvil.

Tomo su cara entre mis manos un poco insegura, deja caer su frente sobre la mía con sumo cuidado y es cuando noto que sus ojos están de un vibrante verde ligeramente oscurecidos en los bordes pero podía sentir como su cerebro estaba trabajando a mil kilómetros por hora.

—No lo harás.

Me beso dulcemente de una forma casta casi experimental pero aun así lo sentí hasta el fondo de mi piel. Beso mi cuello con suavidad acariciando cada centímetro de mi piel como si estuviéramos conociéndonos nuevamente, mis manos recorrieron su cuerpo sintiendo cada musculo grabándolo en mi cabeza.

Cuando empujo entro un poco más en mi interior fue doloroso pero nada comparado con el inicio, cerré los ojos y escondí mi cara en su cuello.

—Nena mírame— rogo en voz muy baja, pero lo hice— eres todo lo que siempre voy a querer— me susurro contra la boca.

Me tomo del muslo con una mano y se levantó sobre el codo unos centímetros por encima de mí. Una fina capa de sudor empezó a gotear sobre nuestra piel y arqueé la espalda mientras recorría mi mandíbula con los labios y seguía en línea recta cuello abajo.

Su boca sobre mi piel era increíble algo que quería conservar en mi cabeza eternamente.

—Adam— digo su nombre en medio de un jadeo.

Luego que los nervios que había sentido al inicio habían desaparecido el movimiento de su cuerpo contra el mío se volvió más rítmico, me acariciaba como si no pudiera saciarse. Lo atraje hacia mí y gimió cuando la sensación se volvió demasiado intensa.

—Te amo, te amo— jadeo con una gran sonrisa.

Lo bese duro, sintiendo el peso de sus palabras quemándome el alma apretó su mejilla contra la mía y sus movimientos se volvieron más rígidos. Los ruidos que emitía su garganta se volvieron más fuertes hasta que al final, me penetró una última vez, gimiendo y estremeciéndose sobre mí.

Al cabo de unos pocos segundos, se relajó y su respiración se volvió más lenta. Su corazón golpea contra mi pecho, es entonces que siento una ola de orgullo, casi suficiencia porque yo he provocado que este así, que maldiga, gima y tiemble, como si el mundo bajo sus pies hubiese desaparecido.

He provocado que pierda el control y él me ha provocado exactamente lo mismo.

Con un lento y suave movimiento se aparta unos momentos para luego quedar frente a frente, se que debería decir algo pero es como si todas las palabras de mi cabeza hubieran desaparecido, solo quería mirarlo hasta saciarme, envolvió su brazo en mi cintura pegándome a su pecho mientras deslizaba suavemente sus dedos por el centro de mi espalda. Me acurruque junto a él fue cuando supe que todo estaría bien y no había demasiadas cosas por las cuales preocuparme.

Lentamente los movimientos de sus manos se volvieron más lentos y lánguidos, su respiración se volvió más lenta y profunda dándome a conocer que se estaba rindiendo ante el sueño.

—No quiero estar sin ti nena.

Mi corazón hizo un vuelco en mi pecho pero no conteste, solo me quede allí inmensamente quieta y sin moverme, estaba demasiado impresionada para replicar, no tenia las fuerzas para replicar ya que después de todo, la vida sin él se me había hecho insoportable.

Se había metido en mi piel de una forma tal que nunca lo espere, porque junto a él podía sentirme frágil y delicada, fuerte y valiente era como el respirar después de contener el aliento por demasiado tiempo.

Me quede entre sus brazos durante horas, escuchando la respiración profunda de Adam y el constante latido de su corazón, el silencio del departamento me parecía abrumador, recordándome al vacio que sentí durante semanas.

Me parecía que no había sido tanto tiempo desde que enrollarme entre sus brazos me parecía la mejor forma de dormir.

Cerré los ojos con fuerza conteniendo las lágrimas, pensé que cuando por fin lo hiciera con Adam mataría la curiosidad de lo que pudo haber sido, pero mi necesidad de estar con él solo había aumentado, en mi cabeza estaba el para siempre que mi corazón quería, pero también estaban todas estas dudas que hacían que mientras más lo pensara, más lejos estuviera todo.

Contuve un jadeo de dolor al pensar en cómo explicarle en la mañana que todo esto no había sido un nuevo inicio sino el final.

Tal vez fuera el corte conclusivo que necesitáramos, pero conocía a Adam, no lo haría fácil para ninguno de los dos. Por lo que prefería que me odiara ahora, que ver el conocimiento en su cara de que no había vuelta atrás.

No era tan valiente después de todo.

Con cuidado me aparte de su cuerpo liberándome de sus brazos sin despertarlo mi ropa estaba totalmente empapada por lo que entre en el armario y tuve que cubrir mi boca cuando el dolor me golpeo, aun estaba el espacio vacío que ocupaban todas mis cosas, el dolor se hizo tan intenso que no podía respirar.

El esperaba que volviera.

Trague el nudo que había en mi garganta y tome una camiseta y unos pantalones cortos de deportes y me escabullí fuera de la habitación no sin antes mirarlo por última vez.

Sus rasgos infantiles y su cabello revuelto, no debí haberlo hecho.

Tome toda mi ropa mojada y mi teléfono. Luego de una profunda respiración llame al ascensor, amanecería en unas horas y todo el encanto de la noche abría terminado.

En el taxi una canción se reproducía de fondo, no conocía la canción y mucho menos al cantante pero no quería escuchar nada referente a corazones rotos, porque cuando un corazón verdaderamente se rompe, no hay canción o palabras que puedan describir el dolor incesante que se logra sentir.

—Puede apagar la radio, por favor.

El taxista asintió con la cabeza sin decir otra palabra.

Cuando llegue a casa me puse un pijama que se sentía como un tempano de hielo contra mi piel, me sentía algo perdida y dolida, por lo que me hice un ovillo bajo las mantas y respire profundamente, las lagrimas picaron mis ojos cuando sentir el olor de Adam aun en mi piel. La cama me resultaba fría y desconocida, un violento contraste con la calidez que había sentido no hace mucho tiempo, pero este era el resultado después de todas las discusiones, de las incesantes llamadas y la sobreprotección, en ese departamento fui más feliz que en cualquier otro momento en mi vida, era el único sitio en el que quería estar, pero también era el lugar en donde más me dolía pensar.   

Adam: Solo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora