No quería hablar, tampoco comer o dormir y la idea de concentrarme en algo quedo en el olvido hacia días, pero aun así una voz dentro de mí de vez en vez le gustaba torturarme gritando que ella todavía mi amaba, que dejara atrás sus palabras y fuera detrás de ella. Pero solo eran mentiras, había visto sus ojos fue la última vez ya no había más historia entre nosotros, lo que significaba que ya no había más historia para mí.
Mis hermanos habían llamado cientos de veces, mi padre y Sophia igual pero no quería hablar con nadie.
La puerta se abrió y la luz atravesó la habitación— no recibiré llamadas hoy Roger— anuncie como los últimos días.
La puerta se cerro y me quede allí sin ver a la nada— No soy Roger— conocía esa voz, que me solía hacer sentir tranquilo y en calma pero en la tormenta que había en mi interior no hizo nada.
— ¿Qué haces aquí papá?
Camino hasta sentarse frente a mi pero en la penumbra no podía ver su rostro— Todos estamos preocupados, Adam— aun en la oscuridad sentía su mirada sobre mi—Cecilia me llamo, está asustada casi no comes ni bebes nada.
—No tengo hambre.
Lo escuche exhalar fuerte y dirigirse hacia la puerta, la abrió en su totalidad dejando entrar la luz cegándome por unos momentos— Tienes encerrado aquí cuatro días Adam— expresó con reproche— ahora mismo vas a tomar una ducha y hablaremos en la sala.
No había sido una petición ni nada que se le parezca, era una completa y total orden, como cuando era niño y no quería salir a jugar con mis hermanos, no hice ademan de moverme.
—Adam Alexander Theodor Daniel's— su voz era dura— ve a darte una ducha ahora mismo.
A regaña dientes me levante me tambalee un poco en el proceso, tenia demasiados días sin apoyarme sobre estos, me arrastre a paso pesado hasta mi habitación usando como apoyo a las paredes, entrar fue como si me diera un golpe en el plexo solar, mierda, todo el lugar parecía tan lúgubre ahora y mirar a la cama es sencillamente insoportable.
Fui directo al baño mientras el dolor venia en oleadas continuas, mientras el agua fría caía sobre mi cabeza los recuerdos llegaron uno a uno, Jen arreglándose en el mismo lugar o la ridícula cantidad de veces que me saco del baño solo porque no le gustaba que la viera cepillarse decía que parecía un perro con rabia, las veces que contemple como sus cosas y las mías se veían tan bien juntas sobre el lavado o la jodida discusión por el cepillo de dientes.
Meses antes:
Estaba en la puerta esperando que Jen se terminara de alistar para ir a clases, me sentía victorioso solo por el hecho de que había conseguido que se quedara conmigo otra noche, no podía borrarme la sonrisa de la cara y joder se sentía bien ganarle una a esta mujer, cada vez que la mirada una calidez se esparcía por mi pecho.
Como me había costado convencerla de que se queda conmigo más de una hora de discusión, pero al final acepto a regaña dientes solo por el hecho de que estaba más cerca de clase y así podría dormir un par de horas más. Santo infierno como la había extrañado a mi lado mientras dormía, me gustaba como fácilmente se envolvía a mí alrededor o como me fruncía el entrecejo amenazándome con amputarme una mano si mis manos tocaban alguna parte que no debería.
— ¡Maldición!— se quejo golpeando su frente con la mano abierta.
— ¿Qué pasa nena?— pregunte curioso.
Suspiro y volvió a revisar su neceser, tenia curiosidad por saber que garbada pero no era tonto y había visto la película de Mary Poppins y no quería que algo remordiera la mano, aun recuerdo cuando Sophia me pidió sacar un bolígrafo de su bolso y había como medio millón de cosas dentro cuando se lo pase ella solo rodo los ojos y lo saco como si hubiera estado frente a mí en todo momento, aprendí mi lección: nunca buscar cosas en los bolsos de mujeres.
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Adam: Solo por ti
Lãng mạnEn esta entrega Adam nos cuento como sucedió todo, desde el segundo en que sus ojos se cruzaron por primera vez. Adam siempre tuvo todo lo que quiso, o así lo creyó hasta que conoce a una pelirroja extrovertida y obstinada que se metió bajo su pie...