capitulo 44: la calma

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Me sentía adolorido y humillado para cuando llego mi familia, aunque fue una gran sorpresa que todo el mundo estuviera allí, desde mis hermanos hasta mis abuelos.

¿Tanto alboroto por un pequeño accidente de coche?

Me habían hecho cada tipo de examen posible desde que desperté hasta me hicieron hacer pruebas tontas como, tocarme la nariz y la oreja, mover mis manos y pies. Pero mi atención estuvo en todo momento en Jen que no apartaba la vista de mis movimientos ni un segundo con una expresión de alivio con cada movimiento, aunque siendo honesto, me sentía bastante cansado, me habían preguntado de cien formas diferentes como me sentía y realmente estaba confundido, cansado y dolorido y no específicamente en ese orden. Pero a pesar de todo no me paso por alto que mi padre y Jen se arrojaban miradas irritadas desde lados opuestos de la habitación.   

Mientras Aaron hablaba de lo bueno que era verme bien. Mi atención estaba en lo que el médico estaba hablando con Jen y mi padre en una esquina, ya que no paraban de mirarme me por el rabillo del ojo.

El doctor Jeffries dice algo y  Jen asiente mientras mi padre le frunce el ceño pero no protesta, el médico se acerca a donde yo estoy— Señor Daniel´s ¿puede decirme lo último que recuerda?

—choque contra una pared—conteste lo más amable posible. — ¿Cuando voy a poder salir de aquí?

El médico negó con la cabeza y miro a mi padre.

—Señor Daniel´s, sufrió un grave accidente y queremos asegurarnos que todo esté bien.

No quería estar más tiempo aquí, quería hablar con Jen y convencerla de que no me volviera a dejara. Sabia en mi corazón que no iba a tener otra oportunidad como esta, estaba en tal punto de la desesperación que no me importaba causarle lastima solo para que se quedara más tiempo conmigo.

—No pueden retenerme aquí.

— Adam…— dijo mi abuela en tono de amenaza.

—No me quiero quedar aquí—conteste con franqueza. 

Jen salió del fondo donde se estaba manteniendo mirándome con fria y sentí como la incomodidad se deslizaba por mi espalda, había visto tanto esa expresión en su cara en los últimos meses que podía decir que le estaba tomando algún afecto a su mirada de cabreo.   

—Daniel´s, escucha al doctor y cállate.

En serio odiaba cuando me llamaba por mi apellido en esa forma tan tajante. Pero me quede callado e hice lo que ordeno.

Todos en la sala pasaban su atención de ella a mí, pero el doctor se aclaro la garganta y empezó a hablar— Señor Daniel´s, tuvo un severo accidente hace poco más de tres semanas— mi respiración se corto en el acto ¿tres semanas? ¿Había estado dormido por tres semanas? Sophia tomo mi mano que no estaba enyesado tratando de calmarme, no funciono.

—tiene la pierna izquierda rota en tres partes, al igual que tres costillas, el brazo izquierdo está roto junto a tres metacarpos de la mano. Tiene una fractura en el cráneo.

No podía creer lo que me estaba diciendo, mire mi brazo y mi pierna pero no mentía nadie en la habitación parecía alterado, pero la preocupación estaba escrita en sus caras, la mano de Sophia cambio rápidamente a otra más pequeña y suave, el collarín que tenia no me permitía girar la cabeza pero no necesitaba verla para saber que era ella, estrecho mi mano entre las suyas.

—Oye— llamo— estas bien, estas despierto y no te imaginas cuanto nos alegra que estés despierto.

Asentí como pude sin poder decir nada, pero ella me conocía como ninguna otra persona y termino de hablar por el médico.

Adam: Solo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora